29 enero 2006

Cuando Dios cambió de sexo

29 de enero de 2006

Sostiene el antropólogo Marvin Harris que, en las primeras bandas o tribus organizadas de humanos, nómadas recolectores y ocasionales cazadores, las divinidades eran en su inmensa mayoría de condición femenina. Este elemento aún perdura en ciertas culturas que veneran a la Madre Tierra o a la naturaleza.
Fue a partir de que se produjeran los primeros asentamientos permanentes (dando lugar al fenómeno conocido como sedentarización, que propició exceso de producción y la especialización en el trabajo) cuando esto cambió. La necesidad de proteger los bienes producidos provocó que en estas sociedades aparecieran los guerreros, sacerdotes y reyes. Se imponía cambiar la caza por la guerra. De esta manera, los individuos más agresivos de la sociedad se hicieron con el poder.
Así pues, aquellas divinidades que habían sido adoradas anteriormente, como la Madre Tierra, ya no les resultaban convenientes. Surgieron dioses masculinos y guerreros que ocuparon el lugar más relevante: Marte, Odín, etc. En este punto de la historia humana, la mujer ya empezaba a ser discriminada por su condición femenina, y a ser desposeída de los valores tradiciones que hasta entonces habían residido en ella; desaparecían la igualdad y la estabilidad que tiempo atrás había gozado.
No sólo la mujer perdió derechos por esta nueva situación: a los individuos que no participaban de esa agresividad, aunque hombres, se les relegó a papeles secundarios y perdieron toda capacidad de decisión. Por su condición de personas no violentas ni proclives a la guerra y a la destrucción, no interesaban ni a gobernantes ni a sacerdotes.
Este esquema se ha repetido durante los últimos 35000 años, y de cierta manera continua vigente en la actualidad, aunque algunas estructuras se han modernizado y han cambiado aparentemente. No obstante, si queremos una representación actual de estas castas de sacerdotes y guerreros, sólo tenemos que echar un vistazo al PP. Si buscamos una prueba de su agresividad, la podemos encontrar en los aplausos y en los vítores que sus diputados se dedicaban unos a otros cuando se aprobó la intervención de nuestro país en la guerra de Irak.

24 enero 2006

Plumilla dijo....

¿Con qué autoridad moral el Sr. Rajoy solicita un referéndum al Estado Español sobre el Estatuto de Cataluña, el cual se encuentra dentro del marco constitucional, después de que su partido, estando en el gobierno, nos metiera en una guerra ilegal al margen de Naciones Unidas?

21 enero 2006

Introducción. Crónicas de la guerra de Irak

21 de enero de 2006
En el siglo XVIII llegó a Europa la Ilustración, e introdujo a Occidente en una nueva etapa cultural e histórica. Atrás quedaban definitivamente la oscuridad y la ignorancia, abriéndose camino a la razón, la ciencia y el respeto a la humanidad.

Siglos después, estas ideas con cuyos valores me siento tan identificada, me siguen pareciendo más vigentes que nunca a raíz de los últimos acontecimientos.

Hay quien para calmar sus cuitas corre al gimnasio, juega al baloncesto o baila. Yo para exteriorizar mis sentimientos necesito plasmarlos sobre el papel. De esta manera siento que una simple ciudadana es capaz de dejar testimonio de su tiempo, por insignificante que este sea.

Han pasado muchos meses desde que escribí sobre la guerra de Irak por última vez. Quizás porque consideré que ya había dicho todo lo que había que decir. Volviendo la vista atrás, me doy cuenta de que todos mis temores respecto al conflicto se cumplieron y, en muchos casos, incluso se quedaron cortos.

La muerte de tres mil marines y de más de 32.000 iraquíes constituye una cifra absolutamente estremecedora. Si a eso sumamos que, debido a la situación que se vive en la zona, un país como Irán, una teocracia que no respeta los derechos humanos y cuyo presidente es un integrista –así lo demuestran sus declaraciones- pretenda fabricar armamento atómico, creo que el trío de las Azores ha hecho posible los mejores sueños de los peores terroristas.

Inserto a continuación mis impresiones, las cuales recogí conforme se fue desarrollando el conflicto, justo después de cada acontecimiento, por lo que es posible que aparezcan datos inexactos.

A día de hoy considero oportuno aclarar que Estados Unidos me parece un gran país, con todas sus luces y sus sombras, pero ¿quién no las tiene? En su suelo después de todo nunca ha habido una guerra de religión, una tiranía, o un golpe de estado; la Brigada Lincoln luchó al lado de los republicanos en 1936 y fueron extraordinariamente generosos en la liberación de Europa del yugo nazi. Libraron a Francia, Italia y Alemania, perdiendo a cambio miles de vidas.

Por el contrario, cuando la contienda hubo acabado, la administración del país traicionó a los republicanos españoles, quienes esperaban lo mismo para España. En lugar de esto, pasados unos años colaboró con los fascistas aliados de Hitler y Mussolini, y tras el término del conflicto abandonó a los defensores de la democracia, condenando de esta manera a la ciudadanía de nuestro país a 40 años de dictadura y, a muchos militantes por la libertad, a la muerte.

Escribo esto porque me cuesta trabajo comprender porqué los ciudadanos/as norteamericanos permiten que se violen sus derechos civiles sin que medie una orden; o como no exigen explicaciones cuando, para matar a un terrorista, se bombardea una casa desde el aire y se acaba con la vida de cinco niños.

Actuaciones como los que he descrito nos acercan moralmente a la misma barbarie que propugna el terrorismo.

I. La llamada de la selva

2003
Una de las teorías del porqué aparece la guerra en tiempos pasados es, según los antropólogos, la identificación de ésta como una forma de solidaridad. Es el precio que tiene que pagar el grupo para crear la unidad entre los individuos que lo forman. El grupo que lucha unido permanece unido.

Desde esta perspectiva científica, la llamada guerra contra Irak que preconiza el señor Bush no deja de ser una llamada a las cavernas; consiste en aplicar la ley del más fuerte. En definitiva, esta guerra supone una vuelta al primitivismo del hombre y una pérdida de identidad para la civilización occidental.

Quisiera anticipar que cuando hago referencia a la postura de EE. UU., me centro en su administración y en el Partido Republicano en el poder, y no en la totalidad de los ciudadanos norteamericanos, entre los cuales habrá, no me cabe duda, personas que no compartan la actuación de su gobierno.

No existen razones objetivas que den legitimidad a un ataque contra Irak, pues si bien es cierto que Hussein ha sido y es un dictador canalla y asesino con su pueblo, no es menos cierto que el peso de la agresión recaería precisamente en este mismo pueblo. Nos encontramos con la paradoja de que para liberar una nación primero hay que masacrarla. Esto es algo que un ciudadano con un mínimo de sensibilidad y de respeto por los derechos humanos no puede aceptar, puesto que la idea de muerte y destrucción le repugna en lo más profundo del alma.

Si es cierto, cosa que no dudo, que el tirano tenga armas de destrucción masivas, existen fórmulas para conseguir su desarme y la caída del dictador sin dañar al pueblo y sin ocupar el país.

Por cierto, Hussein no puede engaña a los gobiernos norteamericano e inglés en cuanto al número de armas que posee y sus características, puesto que fueron ellos quienes se las proporcionaron.

Quiero reiterar una vez más que cuando empleo el término “norteamericano” me refiero al partido en el poder en ese momento y no a los ciudadanos.

Quizás la mejor manera de exponer el no a la guerra sea un ejemplo que todos conocemos y que una vez pasado el tiempo resulta difícil de manipular. Chile, un país democrático, fue un día motivo de miedo y preocupación para la administración norteamericana de aquellos años. El gobierno de Salvador Allende, elegido democráticamente, cayó por la intervención de los servicios de inteligencia americanos, y para ello no hizo falta que un solo marine pusiera un pie en Chile.

Bastaría con invertir el proceso en Irak y conseguir con los mismos medios la caída del tirano del poder y la toma de este por alguien que garantizara el desarme y la apertura democrática del país.

El señor Bush, en su intento de cohesionar a su país de esta forma tras los atentados del 11 de Septiembre, no está solucionado el problema del terrorismo internacional. Estoy convencida de que con el paso de los años lo empeorará aún más, creará más víctimas y más dolor. No será el final, sino el principio de lo que podríamos llamar el huevo de la serpiente.

II. Salvaguardar la vida de los/as ciudadanos/as

2003
Más que la realización de fines militares, el objetivo de los terroristas es la propagación del pánico en la comunidad sobre la que dirige la violencia. En consecuencia la comunidad se ve coaccionada. El secuestro de la voluntad popular y la imposición de su ideología por la fuerza de las armas y la muerte sería su fin último.

Pero aunque este fenómeno abominable nos pueda parecer reciente, no lo es. El terrorismo ha aparecido una y otra vez a lo largo de la historia. En Irlanda grupos protestantes y católicos ya se aterrorizaban mutuamente tras la Reforma de Lutero.

En su forma moderna sin embargo el terrorismo sistemático recibió un gran impulso entre los siglos XVIII y XIX, con la propagación de ideologías y nacionalismos seculares. Tras las Revolución Francesa adeptos y detractores de los valores revolucionarios utilizaron el terrorismo. En el sur de los Estados Unidos de América se creó el Ku Klux Klan después de la derrota de la confederación en la guerra civil estadounidense (1861 – 1865), para aterrorizar a los antiguos esclavos y a los representantes de las administraciones encargadas de la reconstrucción impuesta por el gobierno federal. Ya en el siglo XX aparecen grupos terroristas con conexión internacional, como el IRA en Irlanda, la fracción del ejército rojo en Alemania o las brigadas rojas en Italia, y Eta en España.

Si nos fijamos con detenimiento en todos estos datos históricos, es fácil llegar a una conclusión. Por encima del tiempo, el país o la ideología, la característica fundamental en todo momento es el desprecio a la vida.

Por eso los representantes políticos, y sobre todo, nuestros gobernantes elegidos democráticamente, deben ser muy cautelosos en la toma de decisiones con respecto al terrorismo, porque su obligación principal debe ser preservar el estado de derecho con las menos víctimas posibles. Como dije anteriormente, la característica principal del terrorismo es el desprecio más absoluto por la vida de los ciudadanos, y una vida es algo que no tiene reemplazo cuando se pierde. Cualquier familiar que sufre la pérdida de un ser querido en manos del terrorismo padece una condena perpetua en el dolor.

Por eso, cuando se toman decisiones tan radicales como la participación en la guerra contra Irak, hay que tener en cuenta todo esto último. Ya que si bien es verdad que el único responsable de un asesinato es el asesino, no es menos cierto que la obligación de un presidente es intentar salvaguardar la vida de sus conciudadanos. La participación de nuestro país en un acto bélico, sin la aprobación de las Naciones Unidas, y teniendo un frente permanentemente abierto como es Eta, es posiblemente una decisión temeraria, puesto que puede representar la orientalización de nuestro país respecto al terrorismo. De este modo podríamos encontrarnos con varios grupos terroristas en lugar de uno solo; esto significaría un coste superior en vidas humanas, y mucho sufrimiento para nuestro país.

III. Los tiranos no tienen conciencia. Los demócratas sí.

2003
Señor Aznar, sus declaraciones acusando a la oposición de lamentar el final de la guerra, y de que esta no se prolongara aún más para así aprovecharla electoralmente, calificándonos a todos los que estamos en contra de la conflagración como radicales, es la máxima expresión de desvergüenza política que usted hasta la fecha ha cometido, y ha cometido muchas.

Si usted desde su mezquindad política se ha parado a calcular la fecha de comienzo de la invasión así como su duración, no ha hecho otra cosa que adecuar a sus intereses políticos y electorales a las próximas elecciones generales, teniendo encuentra una pronta victoria que le permitiese el olvido de su participación en la guerra que ha llevado a cabo, violentando la constitución en su espíritu, y sin un mandato de Naciones Unidos que la legitimara.

Acusar de radicales al 90% de la población española es muy fuerte señor Aznar, además el término “radical”, que es el que se emplea para calificar las acciones violentas que llevan a cabo los grupos pro – Eta, me parece como poco un insulto a la población de este país, un insulto elegido cuidadosamente en clave electoral para conseguir la mayor descalificación posible del adversario político. Pero en este punto se equivocaron usted y su partido, porque por más que se empeñe, esto no es una estrategia ideada para el desgaste de su gobierno. Los radicales que usted nombra no son ni más ni menos que los ciudadanos de este país. Los mismos que le han dado la legitimidad para gobernar, y los que han visto y sentido cómo usted como representante político, como presidente de gobierno, no les ha escuchado. Es más, no ha dado una sola explicación convincente de la participación de nuestro país, y durante semanas ha estado desaparecido, oculto de la opinión pública. Y ahora terminada la guerra, conseguida la victoria, se permite usted reaparecer y acusar a los representantes populares que tienen la misma legitimidad que usted y a la mayoría de la población que espontáneamente se tiró a la calle para protestar contra la guerra, de querer que el conflicto siguiera por más tiempo, más sufrimiento para que pudieran aprovecharse de ella en clave electoral.

No hace usted otra cosa que retratarse de manera clara y nítida ante los ojos de la ciudadanía. Se le ve satisfecho, casi sonriente, con aires de superioridad, pero ¿superioridad ante qué? ¿Ante la destrucción de ciudades, ante la muerte de los inocentes de la población civil, o es que en un principio contaba usted con unos miles de muertos más de los que ha habido y eso le hace sentirse que tiene talla de gran estadista? Pues nada más lejos de la realidad, si usted hubiera dado la talla hubiera estado con su pueblo, y no contra él. Sus palabras lamentando la muerte de los periodistas, cuando los asesinatos no se lamentan, sino que se condenan, y su argumentación de que estaban cumpliendo con su deber de manera voluntaria son muy esclarecedoras. ¿Piensa usted y su partido que ese poder de elección lo tuvieron los iraquíes, que la población civil pudo elegir antes de que les alcanzara la muerte?

Los tiranos no tienen conciencia, les importa poco la vida o la muerte. A los demócratas sí nos importa la vida y los derechos de los demás, por eso culpabilizar a Sadam de las muertes provocadas por sus aliados es un insulto a la inteligencia. Derrocar a un tirano siempre es un acto de justicia para la humanidad, y una liberación para su pueblo, pero el fin no justifica los medios. La liberación a costa del sufrimiento de la población civil no era el camino en modo alguno. Había otros que quizás a usted le hubieran dado menos protagonismo, y que habrían sido más lentos, pero finalmente igual de efectivos y sin víctimas civiles.

La posición de los socialistas en todo este tiempo ha sido siempre la misma y lo seguirá siendo en los tiempos venideros, estemos en elecciones o no; nuestra oposición a la guerra no es una estrategia electoral, sino una postura moral, aunque dudo mucho que esto sea algo que pueda comprender

Señor Aznar, Irak se podrá reconstruir; los edificios dañados se rehabilitarán, las infraestructuras se recompondrán y ampliarán, posiblemente veremos a las empresas y a los personajes próximos al poder hacerse con algún que otro suculento contrato que les permitan unos buenos beneficios.

¿Pero podrá usted devolverle a los padres que han perdido a sus hijos estos a la vida? ¿Y a los que han quedado huérfanos, podrá devolverles sus padres? La vida, señor Aznar, no se puede reconstruir. Y esta es la gran diferencia entre los ciudadanos y usted y su partido, que ven estos hechos como algo puntual, algo que con la ayuda de unos buenos asesores de imagen pueden hacer olvidar a la opinión pública. Todas y cada una de las personas que hemos pisado las calles manifestándonos contra la guerra tenemos una postura moral y democrática que vamos a demostrar a usted y a su partido en cada elección que haya, porque la ciudadanía de este país en su mayoría no quería ni la muerte ni la guerra, y usted nos impuso las dos.

IV. Los nuevos bárbaros

2003
La historia va y viene. La evolución social tiene altibajos, su progresión no es constante. Tenemos pruebas de ello, sólo hay que mirar atrás para ver qué supuso para Occidente la caída del Mundo Antiguo, y tras él la aparición de la Edad Media.

Tuvieron que pasar siglos hasta que de nuevo el hombre consiguió articular una sociedad que le permitiera evolucionar en todos los aspectos, desde la cultura a la economía y la ciencia.

Al contemplar algunos líderes europeos y al presidente Bush me pregunto si estamos en un nuevo retroceso social. Aznar, Blair, Berlusconi y Bush ¿serán estos los nuevos bárbaros?

Examinando los últimos acontecimientos, estoy por asegurar que sí lo son. Incluyo en la lista al primer ministro británico porque el ser militante socialista no me disminuye mi visión analítica de la realidad. Aunque el señor Blair hipotéticamente se pudiera considerar afín a mi partido por ser laborista, la realidad y la verdad no admiten condicionantes de ningún tipo. La actuación de estos cuatro representantes políticos en una guerra al margen de Naciones Unidas, violentando la legalidad internacional, nos coloca de nuevo ante la ley de la jungla. Esto es, el que sea más fuerte, el mejor armado, y el más agresivo es el que dicta las normas a los demás. Y si esto es vergonzoso desde cualquier punto de vista social y del derecho internacional, si cabe lo son más las explicaciones que se están dando después de la intervención militar. Tres meses más tarde no se han conseguido encontrar las armas de destrucción masiva, ni establecer en ningún caso la conexión internacional del régimen con el terrorismo internacional. Las supuestas pruebas que en su momento se argumentaron para la invasión, están demostradas día tras día que fueron manipuladas o fabricadas; se mintió a la opinión pública. Y todo sigue igual. Es como si los ciudadanos no contáramos, somos meros personajes de paja en un escenario en el que no tenemos nada que decir. Quisiera centrarme en un tema en concreto para explicar de manera clara mi opinión.

El señor Aznar apareció en televisión afirmando, casi suplicando, que le creyésemos que en Irak existían conexiones terroristas internacionales dispuestas a actuar de manera inmediata. Esto no me lo estoy inventando, sólo hay que recurrir a los archivos para verlos. Ahora que no aparecen dichas conexiones, ni las armas de destrucción masivas, se intenta desviar la atención con todo tipo de argucias. Pero hay una realidad indiscutible: una guerra que se empieza sin una causa justificada y termina del mismo modo. Es un acto de barbarie y el señor Aznar es un bárbaro, porque no estamos hablando de aranceles, políticas de impuestos o confrontaciones por sanciones agrarias, estamos hablando de vidas humanas, es decir, de derechos humanos. El paladín y presidente del Partido Popular no ha necesitado empuñar las armas para mancharse las manos de sangre. Ha hecho algo todavía peor, que es apoyar a los que las han empuñado, arrastrando el nombre de nuestro país por el barro y la ignominia. Y el colmo de la desfachatez nos lo encontramos en nuestra comunidad autónoma, cuando la señora Teófila sube al estrado del Parlamento y se atreve a levantar sus manos acusándonos a los de demás de lo que es ella. Sus manos y su conciencia están tan sucias como negras, debido a la muerte de los inocentes que han fallecido con su política de barbarie.

V. Coacción

2003
Las declaraciones del señor Aznar de que en nuestro país existen personas o instituciones que cifran sus esperanzas electorales en los posibles féretros que vengan de Irak conteniendo el cuerpo de nuestros compatriotas, son una de las mayores barbaridades que un presidente de gobierno puede cometer. Porque no se trata sólo de una mentira política o una descalificación más de las muchas a las que nos tiene acostumbrados el presidente de gobierno; no es únicamente una falacia, sino que además en mi opinión supone un delito de coacción, delito que consiste en impedir a otro con violencia y sin estar autorizado por la ley a realizar lo que el ordenamiento jurídico no prohibe, o imponer una conducta no deseada, sea justa o injusta. Con su tipificación se pretende defender la libertad de obrar según una decisión previamente adoptada.

Por violencia se entiende de forma unánime que no se ejerce sólo en el uso de la fuerza física, sino también mediante intimidaciones. Basta con cualquier medio externo eficaz para anular la capacidad de decisión personal. La coacción resulta un acto tanto más grave cuando se ejercita para impedir el ejercicio de un derecho fundamental.

Y este es el caso del señor Aznar. Usted con sus palabras intenta coaccionar la libertad de expresión de aquellos que estuvimos contra la invasión de Irak en su día, y contra el envío de tropas en la actualidad, de tal manera que si por desgracia ocurriera la muerte de algún militar español en el futuro, los que estuvimos en contra de la intervención no pudiéramos expresarnos libremente por miedo a ser considerados correligionarios de los asesinos, o unos mal nacidos sin alma que calculan el porcentaje de votos o el desgaste del gobierno en términos de vidas humanas.

Que cobardía política más grande, señor presidente, qué escudo tan miserable es usted capaz de fabricarse para no asumir sus responsabilidades políticas si estos hechos se produjeran. La decisión de mandar 1500 compatriotas a Irak bajo mandato polaco le pertenece a usted y a su partido solamente. Por tanto, cualquier baja que se produzca en el contingente será responsabilidad exclusiva de usted como presidente de gobierno, y del PP como partido, así como de los militantes de su formación. Señor Aznar, espero sinceramente no ver por televisión cómo bajan los féretros de nuestros compatriotas envueltos con la bandera nacional, como usted dijo en un sus declaraciones, porque si hay algo que define la muerte es el dolor de los que esperan, y el dolor no tiene colores.

Por eso señor Aznar, espero que algo así no ocurra. Y si fuera así, yo personalmente como mujer socialista tendría la sensación de que nuestros militares murieron dos veces: una física y otra moral, como resultado de sus palabras, por si alguno de ellos en algún momento pudo creer que aquellos que estuvimos en contra de la guerra quizás nos alegramos de sus muertes.

Según Shakespeare, los valientes mueren sólo una vez, los cobardes, cientos de veces. Señor presidente, esta cita lo definiría a usted. Nuestros compatriotas morirían sólo una vez, pero usted lo haría cientos de veces. Lo haría en cada lágrima derramada en cada minuto de ausencia del ser querido. Pero no por el hecho de tomar una decisión política de mandar tropas a un país extranjero, sino por la forma de no asumir la responsabilidad de su decisión.

VI. La aznarización de Blair

2003

Con la frase “Un fantasma recorre Europa” empezaba uno de los grandes libros de Karl Marx: El Capital. Y esa es la sensación como militante socialista que yo tengo, pero más que un fantasma me parece que fuera un espectro, el de nuestro presidente de gobierno, José María Aznar, dado que son realmente espectrales los cambios de conducta de este personaje. Podríamos hablar quizás mas que de cambios de mutaciones, cuando algunos años alardeaba de su amistad con el señor Blair solía rozar el despropósito y la fanfarronería. Además, políticamente hablando nos daba de la sensación de que el primer ministro inglés tomaba al presidente del PP como a un político menor. Qué equivocados estábamos, la influencia de José María Aznar, lenta pero eficazmente ha penetrado en la visión del premier inglés y en su manera de hacer política. Podría decirse que el líder laborista se nos Aznarizó.
La Aznarización de Blair fue profunda, efectiva y sin marcha atrás, cuando estos últimos meses hemos presenciado la cantidad de incongruencias del primer ministro inglés y su apoyo a la invasión de Irak nos dimos cuenta de que sus modos de actuar se acercaban sospechosamente a los de Aznar; nos percatamos de lo letal que es políticamente este personaje. Sobre todo cuando Blair se enfrentaba a la cadena pública BBC, que durante décadas ha dado muestra de imparcialidad, ya no me cabe la menor duda de la influencia del señor Aznar sobre el premier británico, cómo este se ha convertido en alumno aplicado de hacer política sin importarle los medios para llegar al poder y mantenerse, de tal manera estoy por afirmar que quién convencería a quién, Aznar a Blair o al revés. Porque no me explico de otra manera que un primer ministro de su graciosa majestad utilizara al ejército inglés de esta manera, donde el despropósito, la mentira y la creación de una crisis y una tensión permanente aunque ficticia llevara a justificar la invasión de Irak.
Las fuerzas armadas británicas, aunque en las películas de hazañas bélicas y la literatura militar los hayan dejado en un segundo plano fueron los verdaderos artífices hacerle frente al fascismo de Hitler en Europa, y durante un tiempo lo hicieron completamente solos. Este pasado glorioso de soldados ingleses que dieron su vida por defender la democracia en Europa ha quedado manchado y ensuciado por su actuación en la guerra contra Irak, en que la caída de un dictador tirano y asesino les ha hecho causar más víctimas civiles que militares por conseguir la victoria. ¿Dónde está las armas de destrucción masiva que el señor Blair afirmaba que poseía el tirano y que se podían activar en 45 minutos? Han pasado meses desde la invasión y no han aparecido.
Cuando llegaron los primeros ataúdes al Reino Unido, envueltos en la bandera británica, a más de un ciudadano inglés se le tuvo que remover el estómago, porque habían mandado a hombres y mujeres, que no luchan por la libertad y la democracia como en la Segunda Guerra Mundial, sino que luchan por un tirano sangriento que aún no han conseguido atrapar y por unas armas que no aparecen. Están pagando un alto precio por no conseguir nada. Imagino la sensación de escrúpulo de la tropa y la oficialidad británica al tener que enfrentarse contra la población civil y no sólo contra el ejército de Sadam. Lo dicho, la Aznarización de Blair es un hecho. Que Dios nos coja confesados.

Mujer y socialismo

Siempre he pensado, desde mi condición de feminista, que las desigualdades entre hombres y mujeres parten de la primacía de la fuerza sobre la razón, así como del fomento de las actitudes agresivas entre los varones y del desplazamiento de aquellos que no aceptaban este modelo. Así lo afirma el antropólogo Marvin Harris. Por esto, me gustaría resaltar que en la lucha contra las desigualdades y las injusticias que las mujeres hemos padecido, también han participado hombres que no compartían el modelo de varón agresivo que las sociedades ideológicamente conservadoras han mantenido hasta nuestros días.
Estos hombres socialistas y progresistas apoyaron abiertamente los movimientos que luchaban por la igualdad, ganándose con ello el rechazo de las autoridades políticas y sociales del momento, así como del resto de la población masculina, e incluso femenina, que no compartía sus ideas. Pero esto ni les importó, ni les hizo desistir de su idea de modelo igualitario.
En 1855, Florence Nighthingale logró imponerse sobre la estupidez machista de sus mandos superiores y reorganizó la administración sanitaria, buscó enfermeras cualificadas y garantizó la asistencia médica durante el conflicto bélico de la guerra de Crimea. De este modo, redujo la tasa de mortalidad de los soldados heridos, que pasó del 42 al 1% El éxito de esta mujer en el cumplimiento de sus funciones fue espectacular.
John Stuart Mill inició un movimiento que defendía el sufragio femenino; para el cual contó con el apoyo de Florence Nightingale, quien condujo la fundación “Women” en Oxford y Cambridge de tal forma que las mujeres pudieran acceder a la enseñanza superior, y hacerse así con títulos universitarios. En 1869, Mill publica El sometimismo de las mujeres, donde denuncia y debate los clichés machistas de los conservadores.

Este escrito se convertiría en auténtica munición para la lucha de la igualdad en manos de las sufragistas de la época. La alianza entre el movimiento de la mujer y el socialismo se consolidó definitivamente. En 1885, Karl Pearson publica La cuestión de la mujer. En sus escritos defendió la independencia económica de esta; de este modo quedó recogida en el ideario socialista la lucha por la igualdad de la mujer, que más adelante se extenderá por todos los partidos socialistas de Europa, entre ellos el PSOE.
La alianza entre socialismo y movimiento de la mujer resalta ejemplarmente en el escrito de Charlas Bradlangh El programa radical. En él el autor reclama al mismo tiempo la representación de las clases trabajadoras en el parlamento y el sufragio femenino.
Desde entonces hasta nuestros días, la lucha por la igualdad ha sufrido subidas y bajadas, progresos y retrocesos. El proceso para la igualdad de la mujer en Europa ha sido desigual. En algunos países se ha avanzado más que en otros, y en España tuvimos que sufrir 40 años de pérdida de derechos en todos los sentidos, por obra y gracia de la dictadura del General Franco.
En todos estos años, según mi criterio, siempre ha habido una constante: han sido el modelo social y la ideología los que han marcado la diferencia en aquellos que estaban por la igualdad, con independencia del cual fuera su sexo.
Y así nos encontramos, en pleno siglo XXI, con un dirigente que es además fundador de un partido político, el señor Fraga Iribarne, quien recurre a una expresión como “amor libre” para descalificar a los progresistas que le reprocharon que no hubiera condenado de manera expresa e inequívoca los abusos sexuales sufridos por una menor por parte de un miembro de su partido, que ocupaba el puesto de alcalde del lugar donde ocurrieron los hechos.
Aquí nos encontramos con una paradoja. El concepto (amor libre) que utilizó para descalificar y afianzarse en su postura, no procede del movimiento Hippie, como él argumentó. Daysdale fue quien acuñó este término para dar cabida al derecho de la mujer a tomar anticonceptivos y mantener relaciones sexuales al margen de la procreación, función que los conservadores defendían a ultranza. Daysdale creó un amplio programa de planificación familiar que permitió que las obreras pudieran liberarse de embarazos no deseados que hacían más insoportable la miseria que muchas de ellas padecían.
La cuestión de la igualdad en los movimientos de la mujer no está determinada por el género al que pertenecemos, sino por la ideología y el modelo social. El PP, por más representantes femeninas que tengan, representan el modelo social e ideológico del señor Fraga, y en ningún caso esto supone un avance en los derechos de la mujer por su igualdad real.

17 enero 2006

Falsas disculpas de un falso senador

17 de enero de 2006

Las palabras del senador por Melilla, Carlos Benet, en las que afirmaba, según cierto sentido macabro del humor, que “el general Pavía entró en el Congreso de los Diputados con un caballo, Tejero con una pistola en la mano y Zapatero en un tren de cercanías”, no dejan de ser llamativas por falsas. Falsas, porque en el tono usado y en los matices que repetía una y otra vez, se adivinaba que estaban siendo dichas con las disculpas posteriores preparadas de antemano; disculpas solicitadas, eso sí, después de faltar al respeto al presidente del Gobierno.

Según las declaraciones del señor Benet, el PSOE ganó las elecciones de manera no muy limpias. A mí me gustaría que en lugar de pedir disculpas, me aclarara algunas cuestiones. Le recuerdo al señor Benet que cuando se celebraron las elecciones era su partido el que estaba en el poder. Un gobierno en funciones, es cierto, pero con todas las prerrogativas que le otorgan la ley y la Constitución.

Siendo ministro del interior el señor Acebes, si en un momento dado o bajo alguna circunstancia se produjo una irregularidad en el proceso electoral, le correspondía a él hacerla pública en función de sus responsabilidades políticas, con el fin de subsanar la situación o de tomar aquellas medidas que, según la legalidad vigente, hubiese creído oportunas. Por lo tanto, si tales irregularidades se produjeron tal y como usted afirma, también está diciendo que el ministro del interior no cumplió con sus obligaciones y que actuó de manera negligente, cosa que dice muy poco a su favor y al de su partido.

También hay que recordarle al señor Benet que cuando se produjo el atentado del 11 de Marzo seguía siendo Ministro del Interior un miembro de su partido, responsable de salvaguardar las vidas de los ciudadanos/as de nuestro país; labor que, para desgracia de todos, no desempeñó con éxito.

En cuanto al tono de “humor” con que usted quiso decir sus palabras, me pareció difícil de entender. En ese tren de cercanías iban 192 personas que nunca más verán amanecer; personas que eran padres, madres, hijos: 192 vacíos que jamás podrán volver a ser llenados.

¿De verdad cree usted, señor Benet, que una desgracia de este calibre puede ser tratada con “humor” en sus declaraciones? Hay que poseer una colosal frivolidad para ser capaz de perpetrar algo semejante.

Un senador que piensa que las elecciones no fueron lo suficientemente limpias no debería desempeñar su cargo, sino que está obligado a denunciar la situación ante la ciudadanía, los medios de comunicación o los tribunales de justicia, para aclarar cuál fue la suciedad del proceso y ponerle nombres y apellidos. Pero para llevar esto a cabo, señor Benet, tendría usted que creer en la democracia y en su partido, circunstancia que, a juzgar por sus palabras, no se da.

14 enero 2006

REFLEXIONES DEL PLUMILLA

“La incapacidad de ponerse en el lugar de la otra persona; el racismo; la xenofobia; el machismo; la homofobia; la insolidaridad, son sentimientos y no se pueden derrotar con argumentos”

12 enero 2006

¡Valiente Cobardía!

12 de enero de 2006

¿Cuáles son los límites de la prudencia? ¿Hasta qué punto no ejercerla puede significar la alteración de nuestras ideas, proyectos, motivaciones ideológicas o formas de ver la vida? O lo que quizás sea más importante: ¿Cómo exponer mis ideas sin caer en el mismo comportamiento de aquellos cuyo modelo estoy lejos de desear repetir?

En los últimos días hemos escuchado al señor Rajoy llamar al presidente del gobierno de mil maneras diferentes en un alarde de inventiva: “bobo ilustrado”, “humillado”, “cobarde sin límites”, etc. Etc. Es aquí donde me planteo qué es la cobardía y, aunque la palabra parece fácil de definir, en realidad no lo es. Para ayudarme recurro a alguien que se hizo la misma pregunta hace más ya de 2000 años

Dice Platón que, si la humanidad se define como “un animal racional”, entonces una persona se caracteriza como tal porque posee racionalidad. Un acto particular puede considerarse valeroso o cobarde porque participa de una idea.

Sinceramente, creo que esta es la mejor definición que he encontrado. Por tanto, puedo decir que no comparto las nociones de cobardía y valentía del señor Rajoy.

Si volvemos la vista sólo dos años atrás, cuando el señor Rajoy era vicepresidente del gobierno, se llevó a cabo la votación a mano alzada de aquellos parlamentarios que estaban de acuerdo con el envío de tropas españolas a Irak. Recordaremos como los diputados, entre los que se encontraba el señor Rajoy, después de aprobar la moción se hallaban satisfechos, eufóricos casi. En cualquier caso, se mostrarond orgullosos de luchar contra Sadam y sus armas de destrucción masivas. Pasado el tiempo sin embargo, se comprobó que no existían tales armas, ni había peligro inminente, ni tampoco colaboración con bandas terroristas.

Esta actitud del PP, quienes en aquellos momentos la autocalificaron de “valiente”, a mí desde luego no me lo pareció y, por desgracia, unos meses después pude contemplar con horror, tristeza y pena como los cadáveres del servicio de inteligencia militar eran profanados por una multitud de bárbaros sanguinarios que llevaban la muerte y el dolor hasta límites inimaginables. Después vino el atentado en Casablanca: más dolor y más muerte y, por último, sufrimos el peor ataque terrorista de nuestra historia (y eso en un país con un largo y doloroso historial de experiencia en terrorismo); un ataque que costó la vida a 192 ciudadanos que viajaban en un tren el 11 de Marzo del 2004, además de las vidas que segó después.

Esta es la “valentía” que usted defiende, señor Rajoy, valentía que el pueblo no estaba dispuesto a compartir, como ya se ha visto en las pasadas elecciones cuyo resultado parece tan reacio a aceptar.

Yo, al contrario que usted, pienso que hay más valentía en salvar una sola vida que en salir del “rincón de la historia” con foto en las Azores incluida. Todo lo que he redactado anteriormente sucedía cuando señor Rajoy era vicepresidente del gobierno y, en ningún momento ni bajo ninguna circunstancia, discrepó cuando el señor Aznar tomaba estas decisiones.

Por todo esto, prefiero la racionalidad que usted define como “cobardía” del presidente Zapatero, que intenta salvaguardar la vida de los ciudadanos/as, a la valentía que nos lleva a la muerte.

07 enero 2006

La alarmante carencia de referentes democráticos del PP

7 de enero de 2006


Se entiende por analfabeto funcional a aquella persona que, sabiendo leer, no comprende, total o parcialmente, el contenido del texto que tiene entre las manos. Este debe ser el caso del teniente general Mena Aguado cuando aborda el Título 8 de la Constitución, el que se trata el papel constitucional que desempeñan las fuerzas armadas en la defensa de la unidad territorial de la nación.

Lo que este analfabeto funcional, quien en ningún caso representa ni tan siquiera una pequeña minoría dentro de las Fuerzas Armadas, parece comprender es que, la cuestión de si la unidad territorial está siendo o no amenazada no le corresponde dilucidarla al ejército, sino al Tribunal Constitucional, garante de nuestros derechos democráticos.

Dicho de otra manera: si la responsabilidad no recayera sobre esta institución, nos podríamos encontrar con personajes como el señor Mena que sin lugar a dudas habrían encontrado justificación para el uso de la fuerza en el momento en el que el PP presentó un recurso de anticonstitucionalidad ante la ley de matrimonio entre homosexuales.

La actitud del señor Mena, aunque intolerable, no deja de ser anecdótica. Prueba de ello es que ha sido la propia cúpula militar la que ha pedido su cese de manera inmediata: por fortuna para nuestro país, las fuerzas armadas del 2006 representan a la ciudadanía y se nutren de ella.

Lo que sin embargo sí me parecen preocupantes, de gran gravedad y en extremo peligrosas son las declaraciones del portavoz del PP, el señor Elgorriaga, quien culpa al presidente Zapatero de provocar estas palabras del señor Mena por su actitud política en la negociación del Estatuto Autonómico de Cataluña, tildándolo de “ligero”, “veleidoso”, “insustancial”… Es decir, de frívolo.

Si el principal partido de la oposición es capaz de utilizar una desfachatez tan descomunal e inaceptable como la de este teniente general, de qué no será capaz para obtener el poder político.

La posición que ha tomado el Partido Popular ante declaraciones tan grotescas que suenan a golpismo no puede ser más desalentadora para nuestro sistema. Demuestran ser capaces de poner cualquier cuestión política por encima de los derechos de los ciudadanos, lo que no deja de ser una fuerza negativa y devastadora para nuestra convivencia democrática.

06 enero 2006

Decía San Pablo

La verdad os hará libres.

04 enero 2006

Educar en Valores

El juego no debe crear barreras entre niños y niñas.
Nunca deben pensar que su futuro está más condicionado por su sexo que por sus capacidades.
El juego es una de las bases más ricas de la educación en valores: la solidaridad, el respeto, la cooperación, la no discriminación. Acostumbrar a los niños y niñas a participar con honestidad, ayudarles a descubrir el valor de la sinceridad.Son muchos valores que los juegos pueden llegar a transmitir.

03 enero 2006

La educación ha sido siempre uno de los valores de la izquierda. Resulta fundamental educar a nuestros niños y niñas ético cívico de calidad: en la solidaridad, en la tolerancia, en el respeto hacia las diferentes etnias, etc. al inculcárselo, desde la infancia, conseguiremos una ciudadanía más libre, más justa e igualitaria.

A la memoria de los hombres y la mujeres
asesinados por la represión fascista.
Cristo denunciaba la hipocresía,
la falsedad y la mentira de los hombres de su tiempo
que se presentaban como correlegionarios.

Decía Jesús

Quien dice amar a Dios
que no ve,
y no ama al prójimo
que ve
es un mentiroso.

01 enero 2006

Decía Clara Campoamor

QUE EL SILENCIO
NO ABSUELVA LAS INJUSTICIAS
Y QUE DE ELLAS DEDUZCAMOS
ENSEÑANZAS LAS MUJERES
TODO POR UN FUTURO
MÁS LIBRE E IGUALITARIO


Esto lo compartimos los hombres y mujeres que nos sentimos ante todo personas.