26 abril 2006

Memoria histórica de Andalucía

26 de abril de 2006


Afirmaba San Agustín que equivocarse era humano, pero que reiterarse en el error era diabólico. Esto debe sucederle al PP de Andalucía con el señor Arenas a la cabeza: su política ha olido intensamente a azufre desde siempre.

Tras meses de afirmar primero que el Estatuto que se estaba tramitando era insuficiente y, en segundo lugar, pedir que no se siguiera con él hasta no conocer el catalán, ahora se descuelga con que no puede apoyarlo porque “sobrepasa las competencias que tenía pensadas para Andalucía”. Les resulta insalvable, entre otras cosas, la definición de “realidad nacional”.

Que el Estatuto andaluz se apruebe sin su apoyo y el de su partido, es algo tan lógico como natural, dada la trayectoria que los dirigentes de la derecha, de todo el Estado en general y de Andalucía en particular, que han mostrado su inquina hacia nuestra Comunidad Autónoma.

Si en la actualidad Andalucía tiene la autonomía según el artículo 151 en lugar del 143, es porque el pueblo andaluz torcimos la decisión de la derecha, cuando nos tiramos a la calle y luchamos por unos derechos que considerábamos nos pertenecían y a los que no estábamos dispuestos a renunciar. Hubo que conseguir la retirada en el congreso del artículo 143. Entonces nos sometieron a los andaluces y andaluzas a un referéndum un tanto especial. Las condiciones eran las que siguen: que en el resultado de la votación no sólo se reflejara mayoría general, sino que, además, la votación se individualizara hasta tal punto que, si en una sola provincia de las ocho no se conseguía la mayoría, ésta invalidara a todas las demás. Para agnósticos, creyentes y ateos se produjo el milagro: conseguimos ganar el referéndum y acceder según el artículo 151 y convertirnos en autonomía histórica. Todo esto en contra de la voluntad y los deseos de su partido, señor Arenas.

Así que comprenderá que el intento de boicot que ustedes pretenden de nuevo infligir a la esperanza de progreso y futuro para todos/as no me sorprende. Recuerde al eslogan que esgrimían hace unos 20 años: “Andaluz, no votes, este no es tu referéndum”. Estoy impaciente por saber del pozo de sabiduría, que es usted, el nuevo eslogan con el que intentará sabotear el referéndum que nos llevará a dar nuevos pasos hacia el progreso y el bienestar de todos/as.

Escuché hace unos días a un tertuliano calificar de disparate aplicar el término de “nacionalidad” para Andalucía, porque no disponíamos de un idioma propio. Es cierto, pero digo yo que disponiendo ya de un catalán, un gallego y un euskera de los que disfrutar, tampoco es una cuestión insalvable.

Quizás, lo que este docto tertuliano desconocía es que (hablo desde mis escasos conocimientos), que ni en España ni en toda Europa se creó, como aquí, una policía específica para una comarca determinada, como fue el caso de la Guardia Civil, generada específicamente para reprimir los movimientos campesinos andaluces. Tuvieron tanto éxito que más tarde se extendió al resto del Estado. Esto sí es un disparate histórico. Podría seguir aportando datos, pero no lo creo necesario.

Así que, señor Arenas, espero de todo corazón que su actitud diabólica se convierta para usted en un auténtico infierno en las próximas elecciones autonómicas; que los resultados den la razón a San Agustín.

PD.: Siempre le queda el consuelo de interponer una querella al consejero de la presidencia, el señor Zarrías, para que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía la desestime como en tantas ocasiones. Todo “un pleno”.

24 abril 2006

La CIA y su inteligencia

24 de abril de 2006

Se entiende como servicios secretos aquellas entidades creadas al servicio del Gobierno para obtener y evaluar diferentes informaciones acerca de los recursos bélicos, económicos, energéticos, de las actividades y planes sobre operaciones militares y otros datos de naciones enemigas.

De todas estas entidades, la estadounidense CIA (Central Intelligence) es la más conocida. Aunque, a juzgar por cómo han ido los acontecimientos que se refieren a Irak e Irán, podría decir sin temor a equivocarme que el término “inteligencia” es contradictorio: antes debería llamarse “servicio de negligencia” para calificar su actuación.

Atacar a un país como Irak, que suponía una falsa amenaza puesto que no albergaba armas de destrucción masiva ni contaba con los medios para fabricarlas, pagando un precio tan obsceno como la muerte de más de 32.000 civiles iraquíes y unos 3.000 soldados americanos, para acabar descubriendo que la auténtica amenaza reside en Irán en forma de centrales atómicas, constituye uno de los fallos más grave y negligente de nuestra reciente historia.

Sadam era un dictador y un asesino, y dos veces corrupto: por naturaleza y porque así lo necesitaba el servicio de inteligencia americano, quien se sirvió para declarar la guerra a Irán hace unos años, cuando Jomeini aún estaba en el poder.

En cambio, Rasayani es un hombre puro, un elegido de Dios que no duda en asesinar homosexuales y que obliga a la mitad de la población a llevar pañuelo e ir cubiertas. Cualquier tipo de desobediencia en este sentido sería castigada por las autoridades religiosas empleando la justicia coránica, pues no olvidemos en ningún momento que Irán es un país con un gobierno teocrático.

Tras la invasión a Irak nos encontramos con que se declaró la guerra a un falso enemigo que poseía falsas armas de destrucción masiva, comprobando posteriormente que la auténtica amenaza está en el país vecino.

La intervención militar en Irak ha conseguido que se desemboque en casi una guerra civil, con un terrorismo desaforado que se cobra cada día vidas inocentes; así como la hipoteca bélica y económica que representa para los Estados Unidos e Inglaterra, los dos artífices principales de esta desgraciada decisión.

Todos estos errores han permitido a Rasayani sacar pecho y amenazar con cortar las manos a los supuestos enemigos que traten de frenar el progreso nuclear del país donde no se respetan los más elementales derechos humanos.

Ahora tenemos a la señora Condolezza Rice pidiendo sanciones desde la ONU para intentar controlar al monstruo, mientras que hace unos meses el señor Donald Rumsfeld afirmaba que las Naciones Unidas eran una organización obsoleta que no se debía tener en cuenta a la hora de tomar decisiones.

Quizás el despropósito de todo esto haya que buscarlo en las armas de destrucción masivas. No en las que supuestamente poseían Irak y Sadam, sino en otras mucho más peligrosas: en el exceso de testosterona de un presidente americano para el que la guerra y la muerte son sinónimo de patriotismo; en el primer ministro inglés y en su “seguidismo” a Bush, sin exigirle siquiera a cambio que le ofreciera una sola explicación convincente; al señor Aznar y en su complejo de inferioridad, quien quiso sacarnos “del rincón de la historia” para plantarnos en la antesala de la muerte.

22 abril 2006

El peor presidente del universo

22 de abril de 2006


Uno de los grandes autores de la literatura universal fue el francés Moliére. Utilizaba la comedia como medio de conocimiento de la realidad. Sus obras maestras demuestran que le divertían aquellos caracteres que, llevados por alguna obsesión, han perdido el equilibro y se han consolidado en una situación de anomalía.

Algo así les debe ocurrir a los dirigentes del PP. Calificar al señor Rodríguez Zapatero como el peor presidente de la democracia, además cuando se está en el ecuador de la legislatura, no deja de ser obsesivo y desequilibrado al más puro estilo de los personajes de Moliére. Suena a comedia, o mejor dicho, a la interpretación de una mala comedia.

El humor es una cosa muy seria y en ocasiones sólo valiéndonos de él podemos explicarnos y hacernos entender satisfactoriamente.

Una paciente asiste a su médico para una revisión y después de auscultarla, se dirige a ella en los siguientes términos: “A partir de hoy, nada de trasnochar, ni de sexo, ni de alcohol; ante todo reposo y comidas ligeras; el tabaco ni tocarlo y nada de emociones fuertes”. La paciente alarmada le pregunta si así vivirá más, a lo que el médico responde que no lo sabe, pero que le asegura que de esta manera lo que le quede de vida se le va a hacer muy largo.

Este mismo ejemplo puede aplicarse al PP y a sus dirigentes perfectamente. Cuando están en el poder, porque nos recuerdan constantemente que nos están salvando de todo tipo de males que nos acechan, como si fuéramos menores de edad que no supiesen discernir qué les conviene. Pero es aún peor cuando están en la oposición.

Con su actitud, consiguen que el Apocalipsis parezca un parque de atracciones comparado con lo que nos espera si no vuelven de forma inmediata al poder. Es algo así como el pecado original que cometemos cuando no votamos a la derecha, pecado que únicamente será redimido cuando se desbanque al gobierno.
Este país con tanto sufrimiento a sus espaldas no se merece de ninguna manera este tipo de políticos ni de políticas que convierten la convivencia y el día a día en un via crucis permanente. La actuación de los dirigentes del PP constituye motivos de tristeza para los ciudadanos/as que entendemos la democracia de la que gozamos como esperanza y fe en el futuro.

El PP presente está lleno de Tartufos y gente políticamente correcta que, esgrimiendo la porra de la moral, pretende ganarse los favores de una casta sacerdotal y de los sectores más reaccionarios del Estado, mientras dan la espalda al pueblo, que es donde reside la soberanía.

“El hombre orgulloso, vestido de un poquito de autoridad, ignora lo que tiene más seguro (su alma de espejo) y como un mono enfurecido, hace unas muecas tan locas ante el cielo que los Ángeles lloran, cuando nuestras penas les harían morirse de risa” (William Shakespeare).

14 abril 2006

La tortura y el asesinato no son cultura

14 de abril de 2006

Quiero dejar claro ante todo que lo que escribo lo hago exclusivamente como mujer y como feminista. El asesinato de la ciudadana alemana Hatun Surucu, de 23 años y origen turco, pone de manifiesto el serio problema que tenemos las europeas con nuestros europarlamentario/as, a excepción claro de los representantes de la extrema derecha. Aunque pueda resultar chocante por la xenofobia que profesan, los grupos ultras coinciden con los integristas musulmanes en proporcionar el mismo trato degradante a la mujer.

Lo sé bien porque los he combatido en mi propio país para poder acceder a los mismos derechos que los hombres. Derechos que no eran otros que a los de ser persona; al divorcio; a disponer de nuestro propio patrimonio sin que fuera obligatoria la autorización del marido para recibir una herencia; a que las vejaciones y los malos tratos no estuvieran amparados por la ley y a que, si una mujer abandonaba a su marido, lo hiciera libremente y sin que la policía la devolviera a su casa a menos que mediara una orden de separación eclesiástica, puesto que la separación no sólo no estaba contemplada por el derecho civil, sino que además era constituyente de delito. Todo esto sucedía en la España anterior a 1978, año en el que entró en vigencia la actual Constitución.

En cuanto al mundo moderno que conocemos, es consecuencia de nuestra lucha por nuestros derechos y por la dignidad. Sin embargo, podemos decir que el que las mujeres tengamos los mismos derechos que los hombres no ha sido consecuencia de que en las sociedades donde nos integramos se avanzara más rápidamente y se lograran mayores cuotas de desarrollo y prosperidad, puesto que no disfrutamos ninguna de estas cosas en condiciones de igualdad. Por tanto, nuestros derechos y reivindicaciones son conquistas históricas, desde las primeras sufragistas hasta la última feminista. Son nuestros logros y en ningún caso un regalo de la evolución social, sino de nuestra intervención en la misma.

En el proceso de endoculturación, los adultos transmiten a los menores su cultura premiando lo que se considera adecuado y reprimiendo mediante el castigo lo que no lo es. Estas actuaciones pueden constituir todavía una auténtica losa en la educación de la mujer en el caso de la religión, fundamentalista y excluyente. Puede comprobarse fácilmente que no existen rabinas, sacerdotisas o ayatolá femeninas. Las mujeres estamos excluidas del poder de las religiones desde que la agresividad, la guerra y la muerte imperaron en la civilización. En la Biblia, según el libro de Eclesiastés, se recoge que es preferible la malicia de un hombre al bien realizado por una mujer. Los pueblos protagonistas de las Sagradas Escrituras consideran a la mujer poco menos que un animal.

Llegamos al siglo XXI y nos encontramos con que en pleno corazón de Europa, un asesino movido por la endocultura ha matado a una joven madre que no estaba dispuesta llevar su vida según la tradición musulmana. Quería para sí misma y para su hijo una vida digna y libre. El crimen lo llevó a cabo su hermano menor; los inductores fueron el resto de la familia al completo, incluidos dos hermanos mayores que salieron en libertad entre la algarabía y los aplausos de la familia de la asesinada y parte de la sala.

Esta noticia no ha merecido la primera página de ningún periódico, ni ha abierto la cabecera de ningún informativo. Sin embargo, se trata de uno de los peores actos de terrorismo, como los que comete Al-Qaeda. El mensaje es tan claro como aterrador: acepta tu esclavitud o estás condenada a muerte. Con estos hechos se reprime a miles de mujeres que estén pensando en tomar las riendas de sus vidas y en acceder a sus derechos humanos.

Señores y señoras europarlamentarios: en todos estos años, no habéis sido capaces de sacar adelante una ley de inmigración para que la Comunidad proteja a estas personas de la barbarie con las que son tratadas en sus países de origen y que tiene su prolongación en el suelo de Europa.

El uso del pañuelo es muestra de ello. Esta prenda representa una discriminación y un atentado contra sus derechos. Pues bien, no han tenido ustedes ni la valentía ni la ética de prohibir su uso para evitarse problemas, amparándose en no sé qué respeto a la tradición. Yo les digo alto y claro que la tortura y la muerte no son en modo alguno cultura.

La muerte de Hatun Surucu debe pesar sobre la conciencia de todos los europeos/as y sus dirigentes. Si la publicación de unas viñetas de Mahoma hizo que salieran a la palestra los principales dirigentes de Europa, con viajes y todo tipo de declaraciones públicas para templar los ánimos, ¿cómo se explica que la muerte de una mujer de 23 años en manos del terrorismo integrista no haya merecido ni la mitad de respuesta?

¡Señores y señoras europarlamentarios, las mujeres europeas tenemos menos valor que una tira cómica en cualquier periódico!

10 abril 2006

Los límites intolerables

Sevilla, 9 de abril de 2006

La Ética, la moral y, en definitiva, todas las demás virtudes que adornan al ser humano tienen límites. Entre ellas, la prudencia o mejor dicho, su utilización, suele ser por regla general lo que marca los límites y divide a los valientes de los temerarios, distingue al franco del ordinario y al sincero del desmedido. Las últimas declaraciones del señor Acebes, en las que llama al que será el próximo ministro de Interior “zorra” carecen de toda prudencia.

Además de un mal uso del lenguaje y un pésimo gusto en la elección de adjetivos, todo esto puede dar lugar a imágenes tan desmesuradas que podrían llegar a ser cómicas, si no fuera usted quien las propiciara. Por otro lado, en ningún momento me parece que los señores de ETA sean gallinas. Se les puede comparar con hienas, buitres o con cualquier otro tipo de animal carroñero. Vayan mis disculpas por delante a los animales carroñeros por ponerlos al mismo nivel que esas bestias inmundas.

Mire señor Acebes, la prudencia o mejor dicho, mi sentido de la prudencia, me ha hecho guardar silencio acerca de mis opiniones sobre usted hasta el día de hoy. Sin embargo, entiendo que si lo sigo haciendo incurriría en un acto de traición a mi conciencia y que estaría vulnerando mi propia libertad de expresión.

Cuando usted ostentaba el cargo de ministro del Interior y el Estado, por tanto la ciudadanía, pusimos en sus manos la responsabilidad de la seguridad de las vidas de los hombres, mujeres y niños y niñas que aquí habitamos, se perpetró el peor atentado terrorista de toda la historia de nuestro país. No entraré, por decoro, en la cuestión de si tal atrocidad era o no previsible tras la invasión a Irak o los atentados en Marruecos. Lo que quedó claro es que en aquel trágico día, hubo 191 razones que señalaron que no cumplió con esta responsabilidad.

Quiero aclararle que en modo alguno pienso que sea usted culpable de lo sucedido. Los únicos culpables fueron los asesinos materiales y sus instigadores ideológicos. Sin embargo, usted sí era responsable como ministro del Interior. Aunque estuviese desempeñando el cargo en funciones, debería haber dimitido testimonialmente y luego abandonado la política.

El que usted continúe desempeñando cargos públicos a día de hoy demuestra su falta de honor, permitiéndose además el uso de expresiones como “poner zorra a las gallinas”, que supone un insulto para los ciudadano/as que por decoro y prudencia lo habíamos tolerado hasta el día de hoy, sin decir lo que realmente pensábamos de usted y su actuación.

Señor Acebes, si en su mente o en su corazón posee algún tipo de dignidad y de honor, por ínfimos que sean, no lo dude: dimita. Retírese por completo de la vida política y deje de ponerse en evidencia delante de los medios de comunicación. No nos haga sentir más vergüenza ajena; procúrese una salida medio aceptable a una mala trayectoria política y a un desgraciado paso por el Ministerio del Interior.

08 abril 2006

Los gritos del silencio

8 de Abril de 2006

En 1886, Robert Louis Stevenson publicó su obra El Dr. Jekyll y Mr. Hyde. En ella nos relata como Jekyll siempre había tenido un lado oscuro bajo su apariencia respetable. Este alter ego manifestaba unas necesidades de dudosa moralidad que la parte consciente tenía que reprimir.

El relato de Stevenson se convirtió en un best seller poco después de su publicación. El público lector de la época Victoriana, habituado a ocultarse bajo la corrección moral, siguió fascinado la historia del hombre respetable y socialmente considerado que se transformaba en un delincuente y un miserable como era el señor Hyde.

Algo de esto debe de ocurrirles a los dirigentes del PP y a todo el entramado mediático que lo apoya tan firmemente. Hasta hace muy poco tiempo, el PP entendía que los derechos humanos eran inviolables; se respetaban y aplicaban aún a los terroristas de ETA. De esta forma, escuchamos hasta la saciedad frases tan famosas como la que sigue: “No hay atajos para acabar con el terrorismo; sólo vale el imperio de la ley”. Esta afirmación no se le caía de la boca a los señores Oreja, Álvarez Cascos, Aznar, Acebes, Rajoy, Trillo, etc.

Si hay algo claro es que los derechos humanos, por propia definición, son universales. Luego su aplicación también debe serlo, sin distinción de la nacionalidad del terrorista o de los fines que este persiga mediante sus métodos de asesinato y de generación de sufrimiento. Por todo lo cual, no se entiende el mutismo del PP en lo que concierne al aterrizaje de más de 20 aviones en nuestro territorio nacional, aviones que albergaban a personas procedentes de Guantánamo o Aburai.

En estos centros, denunciados por Amnistía Internacional, se da rienda suelta a lo peor del ser humano. Se han administrado torturas, suplicios y todo tipo de vejaciones a personas. Los dirigentes del PP han pasado de puntillas por estos hechos, como si no fuera con ellos a pesar de haber pronunciado tantas veces su famosa frase de los atajos, o a pesar de su responsabilidad por haber ordenado la invasión militar de Irak.

También es llamativo el silencio de los medios de comunicación afines al PP. ¿Dónde está el famoso periodismo de investigación de “El Mundo”? Ahora sería de gran utilidad para determinar si los aeropuertos nacionales sirvieron como infraestructura para posibilitar la tortura a personas; si el gobierno, en aquellos momentos en manos del PP, estaba siendo engañado por las autoridades americanas o si por el contrario tenían información de lo que ocurría. Lo cual es aún peor, puesto que los convierte en cómplices de las actuaciones llevadas a cabo por la CIA en nuestro país.

¿Dónde están los Pedro J. Ramírez, los Anson, los Jiménez Losantos, los Herreras y Herreros, los Martín Prieto, los Carlos Mendos, los Buruaga y tantos otros? ¿Por qué no dedican el mismo esfuerzo y persistencia al esclarecimiento de estos hechos como a otros del pasado?

Estos baladíes héroes de la información, más que proteger y resguardar los derechos humanos, los enarbolaban con fines exclusivamente políticos, sin ningún tipo de escrúpulo, con la intención de desgastar a un gobierno. Defendieron unos postulados en los que no creían, ni aún tampoco hoy en día creen. De otra manera no podrían explicarse estos gritos del silencio.

Mucho me temo que unos y otros interpretaron el papel del doctor Jekyll mientras les fue conveniente, aunque por su comportamiento, apatía y silencio demuestran ser Mister Hyde.

06 abril 2006

Marbella

6 de Abril de 2006


La irrupción del señor Gil en el ayuntamiento de Marbella supuso una quiebra del sistema democrático desde el ámbito municipal. Fue un golpe a todo el entramado político basado en la soberanía popular; en el que el pueblo delega en los representantes de los partidos políticos del arco parlamentario, sean del color que sean, la consecución del poder. Demuestra que en aquellos años, los ciudadanos/as marbellíes se habían quedado sin candidatos que les merecieran confianza.

Dicho esto, habría que mirar también en la trastienda de unos hechos que ocurrieron no hace demasiado. El señor Gil no aterrizó en Marbella presentándose como el constructor que había cometido un desfalco en los materiales empleados para la construcción de la urbanización de Los Ángeles de San Rafael y que costó la vida a 21 personas; hecho por el que fue en primer lugar condenado y luego indultado por Franco.

Gil se presentó ante la ciudadanía de Marbella como el presidente de un gran club de fútbol, el Atlético de Madrid. Para conseguir este cargo que a su vez le abrió las puertas del Ayuntamiento, contó con la colaboración inestimable de José María García, entonces locutor estrella de la COPE, es decir, la Conferencia Episcopal Española.

Gracias al apoyo incondicional de este personaje, el señor Gil logró hacerse con la mayoría de las acciones del equipo de fútbol, ya que el “pequeño gran hombre”, como gustaba de autodenominarse García en la publicidad inserta en algunos periódicos, no dudaba en levantar las campañas que fueran precisas, sin desdeñar la difamación para conseguir sus planes y liquidar mediante la presión mediática a quienes se le opusieran. Todo esto quedó demostrado en la sentencia que el Tribunal Supremo hizo firme para la entrada en prisión de José María García, si bien no llegó a producirse por el indulto concedido por Felipe González.

Jesús Gil, durante sus años como alcalde quebró el sistema democrático. Se autoproclamó emperador y tuvo a su servicio a los mandos de una policía municipal que arrastraban, literalmente, a todos los sin techos fuera de los límites de la ciudad; mientras que por otro lado daba cobertura a la mafia rusa y servía de cortina para todos los trapicheos que el señor alcalde se traía entre manos.

A todo esto, el señor Gil se permitía insultar de manera continua y permanente al Presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, mientras expoliaba los recursos de la ciudadanía. Además, el señor José María García desde la COPE llamaba a Chaves “abrazafarolas”, “chusmeta” y un sinfín más de insultos, dándose una simbiosis perfecta entre ambos personajes: uno que roba y otro que le ofrece cobertura mediática.

No me estoy inventando nada, basta con contrastar las fechas de los hechos para constatar que lo que digo es la pura realidad.

Al señor Gil y Gil no se pueden pedir ya cuentas, porque lamentablemente falleció. Sin embargo, como ciudadana me pregunto si en todo este proceso no se podría abrir algún tipo de investigación para clarificar si el colaborador en toda esta trama de corrupción, el señor José María García, se benefició de la misma en alguna medida, y de qué forma lo hizo para coger tajada sin dejar rastro.

01 abril 2006

Genocidas, infiernos y tumbas

1 de abril de 2006


El infierno no es nada nuevo para aquellas personas que nos hemos educado en la cultura judeocristiana, se sea creyente o no, este espacio lleno de fuegos y personajes terroríficos forman parte de nuestra vida y nuestro bagaje personal en mayor o menor medida.

Este territorio ocupado por pecadores y sus demonios que reciben a lo largo del tiempo diferentes nombres: Mefistófeles, Belcebú, Satán, etc., han inspirado grandes obras literarias, como la Divina Comedia de Dante, en el que el autor configura nueve círculos infernales alineados de forma escalonada, como terrazas que desciende hasta el centro, cuanto más profundo se penetra más terribles son los tormentos.

Goethe parece que se inspiró en un erudito alemán, que vivió sobre el 1500 y que supuestamente pactó con el diablo, para dar vida a su Fausto. Desde que Goethe creara este personaje, en la literatura y el folklore, se representa al diablo como la personificación de la desmesura, además de violador de los designios divinos.

Como podemos comprobar diablo, infierno y tormento van inevitablemente ligados, sin poder desligar los unos de los otros. Que se pueda creer en el demonio de carácter religioso es algo que sólo compete a la individualidad de la persona y a su libertad de creencia y culto, pero los diablos de carne y hueso, por encima de su nacionalidad o el tiempo histórico que vivieron, son tan reales como palpables, y pertenecen a la conciencia colectiva de todos los seres humanos que tengan un mínimo de ética y moral.

Personajes como Mao Zedong, Franco, Stalin, Hitler, Mussolini, Pol Pot, Videla, Slobodan Milosevic o Pinochet, por cierto, éste último debe ser tan repugnante a la muerte como resulta a los vivos, pues parece decidida a prolongar sus días, para que la historia lo recuerde en tiempo presente, traidor asesino y ladrón. De hecho estos seres infectos y purulentos dejan el infierno de Dante en una pista de patinaje y el Fausto de Goothe en uno de esos que se creen graciosillos sin serlo.

Ya que la memoria, por naturaleza, suele ser frágil y en cuestión de derechos humanos más, me gustaría pensar que en algún momento, en un territorio infecto y maldito donde solo la desolación puede anidar, se creará el cementerio de los abominables, de aquellos que llevaron el dolor y la muerte a millones de personas. Sería un cementerio donde una placa haría referencia a sus hazañas monstruosas y a sus infamias abominables. El lugar, geográficamente, me es imposible determinarlo puesto que la repugnancia que siento hacia ellos es tan fuerte que no imagino en que lugar se podría levantar tan monstruoso monumento a la ignominia.

Lo que si es cierto, es que algo así sería de ayuda para entender que la democracia es un ser vivo y digno, pero delicado y frágil en determinados momentos, y que en cada tiempo y lugar, debemos protegerla para que los individuos/as pestilentes y ulcerosos del sufrimiento, no puedan lograr tomar forma de nuevo.