24 abril 2006

La CIA y su inteligencia

24 de abril de 2006

Se entiende como servicios secretos aquellas entidades creadas al servicio del Gobierno para obtener y evaluar diferentes informaciones acerca de los recursos bélicos, económicos, energéticos, de las actividades y planes sobre operaciones militares y otros datos de naciones enemigas.

De todas estas entidades, la estadounidense CIA (Central Intelligence) es la más conocida. Aunque, a juzgar por cómo han ido los acontecimientos que se refieren a Irak e Irán, podría decir sin temor a equivocarme que el término “inteligencia” es contradictorio: antes debería llamarse “servicio de negligencia” para calificar su actuación.

Atacar a un país como Irak, que suponía una falsa amenaza puesto que no albergaba armas de destrucción masiva ni contaba con los medios para fabricarlas, pagando un precio tan obsceno como la muerte de más de 32.000 civiles iraquíes y unos 3.000 soldados americanos, para acabar descubriendo que la auténtica amenaza reside en Irán en forma de centrales atómicas, constituye uno de los fallos más grave y negligente de nuestra reciente historia.

Sadam era un dictador y un asesino, y dos veces corrupto: por naturaleza y porque así lo necesitaba el servicio de inteligencia americano, quien se sirvió para declarar la guerra a Irán hace unos años, cuando Jomeini aún estaba en el poder.

En cambio, Rasayani es un hombre puro, un elegido de Dios que no duda en asesinar homosexuales y que obliga a la mitad de la población a llevar pañuelo e ir cubiertas. Cualquier tipo de desobediencia en este sentido sería castigada por las autoridades religiosas empleando la justicia coránica, pues no olvidemos en ningún momento que Irán es un país con un gobierno teocrático.

Tras la invasión a Irak nos encontramos con que se declaró la guerra a un falso enemigo que poseía falsas armas de destrucción masiva, comprobando posteriormente que la auténtica amenaza está en el país vecino.

La intervención militar en Irak ha conseguido que se desemboque en casi una guerra civil, con un terrorismo desaforado que se cobra cada día vidas inocentes; así como la hipoteca bélica y económica que representa para los Estados Unidos e Inglaterra, los dos artífices principales de esta desgraciada decisión.

Todos estos errores han permitido a Rasayani sacar pecho y amenazar con cortar las manos a los supuestos enemigos que traten de frenar el progreso nuclear del país donde no se respetan los más elementales derechos humanos.

Ahora tenemos a la señora Condolezza Rice pidiendo sanciones desde la ONU para intentar controlar al monstruo, mientras que hace unos meses el señor Donald Rumsfeld afirmaba que las Naciones Unidas eran una organización obsoleta que no se debía tener en cuenta a la hora de tomar decisiones.

Quizás el despropósito de todo esto haya que buscarlo en las armas de destrucción masivas. No en las que supuestamente poseían Irak y Sadam, sino en otras mucho más peligrosas: en el exceso de testosterona de un presidente americano para el que la guerra y la muerte son sinónimo de patriotismo; en el primer ministro inglés y en su “seguidismo” a Bush, sin exigirle siquiera a cambio que le ofreciera una sola explicación convincente; al señor Aznar y en su complejo de inferioridad, quien quiso sacarnos “del rincón de la historia” para plantarnos en la antesala de la muerte.

1 Comments:

Anonymous marco said...

quiero pertenecer a le cia

10:32 p. m.  

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