28 febrero 2006

Incitación al odio

27 de febrero de 2006


En la última manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo el pasado 25 de febrero de 2006, al frente de la cual estaba su presidente el señor Alcaraz y que contó con la participación de importantes dirigentes del PP como el señor Acebes, el señor Rajoy y el ex – presidente de gobierno, el señor José María Aznar, se dejó patente su más absoluta negativa a cualquier proceso de negociación con la banda terrorista ETA para lograr la paz. Es su perfecto derecho manifestar tal desacuerdo, pues uno de los pilares de cualquier democracia es el derecho de expresión, como no podía ser de otra manera. Se corearon eslóganes de todo tipo, como suele suceder en estos casos. Hasta aquí todo es lógico y lícito.

Sin embargo, la situación deja de ser lógica y lícita cuando en una pancarta se podía leer (cito textualmente) “Zapatero vete con tu abuelo”. Al margen de la zafiedad de la proclama, no dejan de ser evidentes la falta de honor y de ética de quien la escribió y su total ausencia de respeto al presidente del gobierno.

El abuelo del presidente Zapatero fue asesinado junto con otros muchos militares que permanecieron fieles a la república y no se unieron al golpe de estado que un puñado de traidores perpetraron contra la patria. Por lo que pienso que, lamentablemente, quien estaba portando esa pancarta pedía lo mismo para nuestro presidente.

Si de por sí esto ya es grave, lo fue aún más que en ningún momento nadie de la organización la hiciera retirar. No sería por falta de capacidad o de medios, ya que la contratación de autobuses, el pago de los mismos, así como la escenificación de la protesta por parte del señor Alcaraz fueron todas actividades impecables. No obstante, nos encontramos con que, entre las risas de Aznar y Rajoy, la pancarta que pedía el asesinato del presidente circulaba libremente entre gritos de “Zapatero embustero” y otras lindezas que no repetiré aquí.

Cuando se apuesta tan abiertamente por la crispación y se intenta despojar al adversario de cualquier tipo de representación digna y valor moral, se está alentando a los exaltados y a los extremistas de derechas, ofreciéndoles la impresión de que cualquier acto que cometan es lícito por estar arropados por una gran masa que los apoyan, entre ellos los líderes de la oposición y el ex – presidente del gobierno.

La historia reciente nos demuestra que animar a los extremistas es un riesgo real, no una exageración de quien suscribe. El 4 de noviembre de 1995 fue asesinado el primer ministro israelí Isaac Rabin. La gran paradoja de este magnicidio fue que no lo ejecutó ninguno de sus antiguos enemigos, con los que estaba intentando llevar a cabo un proceso de paz, sino que lo mató un militante de extrema derecha compatriota suyo, ante el estupor del mundo entero.

Antes de aquel abominable crimen se habían sucedido manifestaciones que acusaban a Rabin de traidor, embustero y amigo de los terroristas. Todo esto pudo hacer pensar al criminal que su terrible acto era justo y bueno para su país. Así, un 4 de noviembre, burlando al que quizás sea el mejor servicio de seguridad del mundo, apretó el gatillo y acabó con su vida.

Volver al cementerio

28 de febrero de 2006


El colectivo gay utiliza la expresión “salir del armario” para referirse a la expresión manifiesta que hacen de su orientación sexual, la cual no debe ser motivo en modo alguno de discriminación.

Hago referencia a esta expresión porque me pregunto de qué “panteón” o “catacumba” ha salido sin embargo el señor Pujalte. ¿Cómo puede albergarse tanto desprecio y rencor, como el que demostró cuando, dirigiéndose al presidente del gobierno, lo increpó con las palabras “saca a tu abuelo”?

Señor Pujalte, como creo que lo ignora, me gustaría explicarle que cuando la muerte alcanza a un ser querido se sufre, y mucho. Si además no nos es arrebatado por causas naturales sino por un asesinato, al sufrimiento se le unen los sentimientos de impotencia e injusticia.

Al hacer usted uso de estas palabras en el Congreso de los Diputados, demuestra que nunca ha debido profesar sentimientos afectuosos hacia nada ni nadie, como no fuese su agresiva persona; porque de otra manera no se entiende que un representante popular pueda acometer semejante villanía de forma tan cobarde. Porque para querer hay que ser valiente, y nadie que haya querido puede burlarse de la pérdida de un ser querido de alguien, aunque esta persona sea un socialista que ocupa la presidencia de la nación.

Señor Pujalte, recurriendo al símil de antes, no es que haya salido usted del armario, sino que debería volver a su catacumba después de entregar el acta de diputado que ostenta y que no merece.

A su panteón familiar, cuando le llegue la hora, tendrá la suerte de que, si alguien se acuerda de usted, sabrá dónde encontrarle para depositar unas flores; cosa que trágica e injustamente no pasa con los abuelos republicanos, que todavía permanecen en fosas comunes bajo las cunetas de las carreteras, o incluso en el fondo de algunas minas.

25 febrero 2006

Felicidades a todos los hombres y mujeres comprometidos con la justicia social

Felicidades a todos los pueblos hermanos iberoamericanos que están conquistando la democracia y la justicia social. Me siento muy unido al pueblo de Chile, Argentina, Bolivia, Venezuela y a todos los que han sufrido la dictadura. Que su dolor ha sido compartido y nunca me ha sido ajeno.
Mi fraternidad con los hombres y mujeres de bien.

20 febrero 2006

La inmoralidad del Sr. Acebes

20 de Febrero de 2006

La ausencia de moralidad con la que el Sr. Acebes nos arremete a los ciudadanos y ciudadanas a diario con sus declaraciones, constituye un tipo de barbarie de difícil calificación, porque se trata de una sarta de destilado de mentiras y verdades a medias; con tan mala fe y sin ningún tipo de mesura, destinada continuamente a crear enfrentamientos, que resultan tan deprorables como antidemocráticos.

19 febrero 2006

Escudo de lágrimas

19 de febrero de 2006

Para mí, la libertad de expresión es uno de los derechos más representativos de los sistemas democráticos. La potestad de la persona a exponer sus pensamientos y opiniones por medio de la palabra, por escrito o por cualquier otro medio de reproducción sin cortapisas, constituye un derecho absoluto. Esta libertad encuentra sus límites en los derechos de los demás; en el respeto a su honor, a su intimidad y en el derecho social a que no divulguen ideas atentatorias contra el orden público, ni se haga apología del terrorismo.

Por todo lo anterior expuesto, entiendo que el señor Zaplana afirme que el presidente del gobierno haya dado la espalda a las víctimas del terrorismo o que haya tendido la mano a ETA; o que una señora en la concentración de apoyo al fiscal Fungairiño, convocada por una de las asociaciones de víctimas del terrorismo, porte una pancarta en la que se podía leer (cito textualmente) “Zapatero lameculos de los terroristas”, o que el presidente de esta asociación, el señor Alcaraz, pida la dimisión de la vicepresidenta del Ejecutivo, la señora M. Teresa Fernández de la Vega porque, según él, “pisoteaba los derechos de las víctimas”.

Lo que ya no me resulta tan claro es porqué me cuesta a mí tanto ejercer el mismo derecho que usan ellos para demostrar mi más absoluto desacuerdo. Posiblemente sea porque el dolor de las víctimas no me es ajeno, y mi respeto hacia las mismas me haga dar muchas vueltas a cualquier palabra hasta que al final esta es expresada; o que incluso esté tentada a pedir disculpas si falto hiero la sensibilidad de alguien en el algún momento del ejercicio de mi derecho a la libertad de expresión.

Nuestra democracia nació con un terrible lastre heredado de la dictadura: la organización terrorista ETA. En una ocasión, el señor Anasagasti dijo que “ni el mismo Franco” había podido acabar con ella. Craso error de planteamiento: si el régimen no fue capaz de suprimir a ETA por la sencilla razón de que este abominable engendro había sido una creación del Generalísimo y de sus cuarenta años de dictadura.

A este problema generado en el Franquismo habrá que buscarle una solución en democracia. En cuál puede ser esta no quiero entrar en estos momentos; sin embargo, en lo que sí quisiera entrar es en las palabras del señor Presidente de Víctimas del Terrorismo, el señor Alcaraz. Una afirmación tan grave como la que usted ha realizado debe ser apoyada por algún tipo de prueba, ya sea verbal, escrita o a través de cualquier otro medio; cosa que usted no ha aportado. Por todo esto, en uso legítimo de mi libertad de expresión, me gustaría dedicarle algunas palabras.

En primer lugar, deseo aclararle que mis siguientes afirmaciones van dirigidas exclusivamente a usted y, en ningún caso ni bajo ningún pretexto, a la asociación que usted preside. Después esto, continuo con mi alocución: el ampararse en el dolor de los demás, el protegerse con el sufrimiento de las víctimas para hacer afirmaciones como estas sin pruebas, constituye un acto de cobardía y mezquindad ilimitadas. Cobardía porque no hizo usted lo mismo cuando gobernaba el señor Aznar y se establecieron negociaciones con la banda terrorista. Mezquindad, porque manipula a las víctimas y su debilidad para utilizarlas como pantalla de protección hacia cualquier crítica.

Las lágrimas que se han vertido por culpa los asesinatos se me antojan como algo interminable, un dolor sin fin. Para usted señor Alcaraz, al margen de cómo se sucedan los acontecimientos, deben de haberle parecido pocos.

Quizás unas cuantas víctimas más le parezcan insuficientes si estas no le ayudan a conseguir sus fines políticos. Al igual que heredamos a ETA, señor Alcaraz, como consecuencia de la dictadura fascista, tenemos que cargar con usted, producto tardío de la misma que llega hasta nuestros días.

17 febrero 2006

...Y se hizo la luz

Sevilla, 15 de febrero de 2006


La inmensa mayoría de los historiadores coinciden en que la Filosofía, como creación de la mente humana, surge y toma forma cuando el hombre desvincula los fenómenos terrestres y atmosféricos de la voluntad de los dioses. De este modo, nada tendría que ver si había tormentas y rayos con el estado de Zeus. Se pasó así a la observación de la realidad y de la observación, a las preguntas. El hombre primero pensó y después reflexionó sobre su pensamiento, dando paso a la inteligencia evolutiva y a la realidad que a día de hoy conocemos en Occidente.

La búsqueda de la verdad y del principio de las cosas pronto se impuso como uno de de los fines del saber filosófico y, por tanto, humano. Una de las primeras reflexiones de las que tenemos referencia se remonta a Thales de Mileto, quien aseguraba que “nada puede surgir de la nada”. Todo pues debía de surgir de una materia prima. Después, Demócrito (460 – 370 a. C.) sostuvo que no había un principio único, sino que todo estaba compuesto de unas piezas pequeñísimas a las que llamó “átomos”. De esta manera, el saber siguió avanzando.

La mayoría de las ideas que siguieron surgiendo a lo largo del tiempo fueron, en muchos casos, complementarias o claramente antagonistas, pero todas estaban basadas en la palabra y en la deducción. Por ejemplo, seguro que todos y todas hemos escuchado alguna vez reflexiones como el “sólo sé que no sé nada” de Sócrates, uno de los filósofos que más han influido sobre el pensamiento humano. Su discípulo Platón nos hablaría de él y nos legaría su pensamiento, además de sus ideas acerca de la inmortalidad del alma y el mito de la caverna, a través del cual nos transmite la dificultad con la que cuenta el hombre para identificar la verdadera realidad.

El pensamiento y la búsqueda de la verdad dieron origen a pensamientos frontalmente opuestos: Los racionalistas afirmaban que las ideas y el conocimiento eran innatos, mientras que los empiristas afirmaban que sólo a través de de la experiencia se puede llegar al conocimiento. Esto hizo que Descartes (“Pienso luego existo”) , con base matemática, intentara dar una respuesta a este dilema; Kant quiso todavía llevarnos más lejos cuando afirmó que la moral es local y la ética universal.

Pues bien, todos estos pensadores a los que tanto debemos quedaron obsoletos, insípidos en su saber; como simples analfabetos que manejan el abecedario pero son incapaces de crear frases, cuando llegó “Ella”. Ya todos/as imaginaréis que me refiero a la señora Ana Botella, mujer del ex – presidente del gobierno don José María Aznar y responsable de asuntos sociales de Madrid. La señora Ana Botella, con motivo de la legalización de las bodas entre personas de un mismo sexo, afirmó para descalificar esta ley lo siguiente: “una pera es una pera, y una manzana es una manzana”. En aquel momento, los pilares de la civilización temblaron.

Entonces, la escoba de su inteligencia y raciocinio barrió a Thales, Sócrates, Platón, Hume, Descartes, Kant, Marx, Darwin y todos los demás pensadores. La señora Botella había encontrado el principio de toda verdad absoluta.

Claro que, la profundidad de su pensamiento traía consigo la intranquilidad y alguna que otra pregunta, como podría ser la de ¿Nos creemos seres humanos cuando en realidad pertenecemos al Reino de los Fruitis? ¿Será el plátano el término intermedio entre la manzana y la pera, como el que intentara hallar Descartes con el racionalismo y el empirismo sin lograrlo? (Hazaña que ha logrado llevar a cabo esta enorme sabia de tan regio talante y pensamientos más allá de cualquier entendimiento)

Dentro de los Fruitis se catalogaría la inteligencia de los individuos de la manera que sigue: a mayor tamaño del fruto, mayor inteligencia. De tal modo que una cereza sería menos inteligente que un albaricoque, pero este a su vez menos que un melón. De esto ser así, no duden ni por una fracción de segundo que ella sería la reina de las Calabazas. Pero, ¿será que me estoy dejando llevar por mis sentimientos? Nada más lejos de la realidad. El “Pienso luego existo” de Descartes estaba contaminado por su fe católica. En cambio, la afirmación de Ana Botella de “Una pera es una pera y una manzana es una manzana” no tiene fisuras. Podéis comprobarlo: la pongáis como la pongáis y la analicéis como la analicéis, sigue siendo el mismo resultado: la manzana es manzana y la pera, pera.

También tengo que reconocer que tan enorme progreso en sabiduría me crea un gran desconcierto, debido a mi falta de capacidad para entender unas frases tan claras y tajantes acerca de una verdad absoluta. ¿Soy yo la pera y quien duerme a mi lado la manzana? ¿Será nuestro concepto del cielo equívoco, y en realidad los fruitis vamos al paraíso cuando nos hacen zumo y nos embalsaman en Tetra Brik?
Después de todo, y a pesar de haber esperado 3.000 años a que apareciera la señora Botella, la Humanidad sigue teniendo algunas dudas. Por lo que emplazo a esta señora a que termine la obra que ha comenzado: el universo de los fruitis, también conocido como humanidad, no puede perder ni una sola idea de una calabaza como ella.

Sé que algunos os estaréis preguntando porqué hasta ahora no me he pronunciado sobre estas reflexiones, y es porque quedé tan conmocionada cuando ocurrió todo esto, que hasta el día de hoy no me he sentido repuesta y con fuerzas.

12 febrero 2006

Integrismos

12 de febrero de 2006


Muchas personas piensan que el integrismo musulmán es algo relativamente reciente, y no es así. El integrismo actual tiene su base en la figura de Ibn Taymiyya (1263 – 1328), quien atacó frontalmente cualquier innovación y defendió la necesidad de volver a la pureza del Islam, a la de los píos antepasados, refiriéndose a Mahoma, sus compañeros y sus inmediatos sucesores.

Es pues este Taymiyya un defensor del Estado Teocrático, cuya principal tarea, entrelazadas la religión y el gobierno, consiste en impulsar el cumplimiento de la legislación islámica, la defensa y extensión de la ortodoxia islámica mediante la Yihad, la guerra santa, o lucha sagrada por el Islam. Esta interpretación coránica fue la corriente de pensamiento finalmente se impuso frente a otras mucho más abiertas y que apostaban por una convivencia en paz y una interpretación más libre. Como la propuesta por el musulmán español Averroes en la Córdoba del siglo XII, impregnada por la filosofía griega, en particular por Aristóteles.

Esto trajo como resultado que el Islam abandonara los conocimientos griegos y romanos que poseía, y se volviera intolerante hacia otras creencias. Cabría recordar que, hasta entonces, el Islam en su expansión había respetado las creencias de los territorios conquistados. Tan sólo exigía un impuesto a los no creyentes de su doctrina religiosa.

Tras la Reforma de Lutero, los europeos sufrimos nuestros propios integrismos, aunque en este caso los llamamos “Guerras de Religión”. En este integrismo violento y descarnado, que cubrió de muerte y destrucción buena parte de Europa, sacando a relucir en muchas ocasiones lo peor del ser humano de uno y otro lado se enfrentaron dos tendencias: la cristiana-católica y la protestante.

La Guerra de los Treinta Años (1618 – 1648) tuvo su principal origen en el enfrentamiento entre católicos y protestantes. Los protestantes franceses fueron brutalmente masacrados en la noche de San Bartolomé, el 25 de agosto de 1572; la reina madre y el Rey participaron de ella.

En Irlanda, después del triunfo del protestante Guillermo de Orange en 1690, se llevó a cabo un exterminio masivo de católicos. Además, el Parlamento irlandés aprobó leyes penales contra los católicos irlandeses: se les prohibió asistir a misa, comprar, vender o heredar tierras, o dedicarse al comercio.

Mientras tanto, la Santa Inquisición española reprimía mediante tortura y muerte cualquier intento de desviación de la doctrina católica apostólica romana; aunque los territorios protestantes tenían su equivalente en Consistorio de Ginebra en tiempos de Calvino.

Ambas tendencias persiguieron a todos aquellos que no abrazaron fanáticamente su fe, como el caso del español Miguel Servet, atacado por protestantes y católicos, quien finalmente murió quemado vivo en Ginebra por orden de Calvino.

Hasta la llegada de la Ilustración en el siglo XVIII (también llamado “el siglo de las luces”) y de la libertad de culto que desde este movimiento se promovió, junto con el respeto a los derechos del hombre, no se empezó a poner fin a la barbarie.

En España el estado no fue aconfesional hasta 1978, cuando se estableció la libertad religiosa. Antes de esto habíamos sufrido cuarenta años de dictadura de la mano de un autoproclamado Mesías llamado Franco, quien contó con el beneplácito de la Iglesia Católica, que lo puso a la altura del mismísimo Jesucristo. Hay muchas pruebas de esto último que digo; tantas, como monedas acuñadas con la leyenda “Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios”.

Ante la actual situación que estamos viviendo, según mi criterio no cabe tratar a todos los países de mayoría musulmana como si constituyeran un todo homogéneo, porque no lo son. Habrá que mantener las relaciones con cada país como lo que son: estados independientes los unos de los otros, creando y apoyando espacios vitales para los ciudadanos de religión moderada o laicos, que también los hay y no se hallan entre la incomprensión de Occidente y la presión y el acoso de los integristas.

La separación del Estado y la religión es la única solución que puede permitir el desarrollo, la libertad y el progreso de todos los pueblos. Cuando digo todos, quiero decir todos. Soy tan tajante en mi afirmación ya que, como mujer y feminista, si algo he observado que poseen en común las tres religiones monoteístas, tanto el Judaísmo, como el Catolicismo o el Islam, es la negación de la igualdad de la mujer.

10 febrero 2006

Carta abierta a Günter Grass

10 de febrero de 2006


Estimado señor:

Aunque en muchas ocasiones he estado de acuerdo con usted en sus planteamientos, permítame expresarle que discrepo abiertamente con sus declaraciones referentes a las viñetas que se han publicado en Dinamarca con Mahoma como protagonista.

No creo que en ningún momento se haya cometido un acto de prepotencia contra la religión musulmana y sus creencias, tan sólo se ha hecho uso de la libertad de expresión y de imprenta. Que un número indeterminado de musulmanes se hayan sentido injuriados lo comprendo, pero esos sentimientos en modo alguno justifican la violencia, la quema de embajadas o las amenazas de muerte.

¿Se imagina usted que cada vez que condenan a morir lapidada en Nigeria a una mujer por presunto adulterio, las mujeres occidentales quemáramos sus embajadas o amenazáramos de muerte a sus ciudadanos? ¿O que cuando en Irán asesinan a hombres por ahorcamiento por ser homosexuales, los colectivos gays respondieran de igual manera y quemaran sus embajadas? Sr. Grass, la libertad de expresión no es prepotencia; romper las normas, siempre que no se atente contra los derechos humanos, no tiene porqué ser necesariamente malo.

Con motivo del envenenamiento masivo por aceite de colza que se produjo en España, yo viví de primera mano una situación esclarecedora que a continuación paso a exponerle.

Muchos de los afectados eran mujeres embarazadas quienes, al haber ingerido aceite envenenado, temían por la salud del feto y las secuelas que estos pudieran padecer. En aquellos años en mi país el aborto era ilegal. No había lugar donde realizarlo con un mínimo de garantía para la salud de la madre, además de constituir un delito castigado con prisión de 4 a 6 años de cárcel. Estas normas habían sido impuestas desde la Iglesia Católica. Pues bien, fueron organizaciones danesas y noruegas quienes facilitaron a estas mujeres que querían abortar los medios para que pudieran hacerlo y, le puedo dar fe, la respuesta a esta ayuda solidaria por parte de la jerarquía eclesiástica y por políticos de derechas fue muy parecida a la de las viñetas. Algunos políticos incluso trataron de perseguir a estas mujeres a su regreso, por lo que dichas acciones debieron llevarse en la clandestinidad.

El integrismo religioso, cualquier integrismo llevado a sus extremos, conduce a la muerte de los que no comparten sus ideas. De ahí que el estado de derecho laico y la libertad de expresión deban siempre prevalecer. Sólo tiene usted que recurrir a las hemerotecas de su país para comprobar cómo algunas mujeres que no quisieron observar la doctrina del Islam fueron perseguidas por sus padres o hermanos hasta que les dieron muerte.

Por todo ello Sr. Grass, le pediría que, como hombre de bien que lo considero, reflexionara ante sus declaraciones. Hombres y mujeres deben de tener los mismos derechos, pero si una ley sagrada faculta al hombre que profesa esa religión a someter a otra persona e incluso a darle muerte, quisiera saber yo dónde está la provocación en un trozo de papel y un poco de tinta.

Sin más que decirle, reciba un cordial saludo de

Plumilla

06 febrero 2006

Del AK-47 a las Torres Gemelas

6 de febrero de 2006


La barbarie suele ser la antesala del crimen; de todo aquello que atenta contra la razón, la dignidad y todos los derechos humanos.

No hace mucho, pude contemplar como un talibán afgano bajaba de un vehículo empuñando una AK-47 con una mano, aferrando a una mujer de la muñeca con la otra. Sin mediar palabra, tras obligarla a arrodillarse le pegó un disparo en la cabeza. Todo transcurrió en lo que parecía ser un estadio deportivo, ante cientos de espectadores. Las imágenes llegaron a nosotros gracias a la valentía de una periodista francesa, quien pudo dar fe de con qué frialdad se asesina a un ser humano a modo de escarmiento público, por el terrible pecado de ser mujer.

Ante estos hechos, ni Estados Unidos ni Europa respondieron. Se trataba de un asesinato étnico por razones de sexo. Ser mujer en ese país conllevaba la pérdida de cualquier derecho; una situación que superaba incluso la más fiera de las dictaduras que hayamos conocido en las últimas décadas. Sin embargo, no se hizo nada; no se creó un campo de refugiados políticos bajo el amparo de las Naciones Unidas como había ocurrido con casos parecidos.

Tuvo que acontecer la desgracia del 11 de septiembre en las Torres Gemelas para que algunos comprendieran que la barbarie engendra terrorismo y que este no tiene fronteras. Hubo que sumar a la muerte pública de una anónima mujer afgana tres mil almas más.

La respuesta a este terrible atentado fue invadir Irak, supuestamente por mantener conexiones con el terrorismo internacional y poseer armas de destrucción masivas. Ambas cosas se han demostrado falsas después de que fallecieran 35.000 personas aproximadamente a causa de la conflagración.

En ningún momento y en ningún caso, y por más que insistieran el señor Bush, Blair o Aznar, percibí amenaza por parte de aquel país, aunque sí sintiera una profunda repugnancia hacia un dictador como Sadam.

Ahora, revisando el informe de Amnistía Internacional me encuentro con que en Irán, en los últimos dos meses, se le ha dado muerte a dos hombres mediante ahorcamiento, por cometer el terrible delito de ser homosexuales. La misma angustia e impotencia que sentí cuando el suceso de la mujer afgana vuelven a mi memoria y recorren mis venas.

El primer ministro iraní es un integrista que pone en duda la existencia de los campos de exterminio de nazis y pretende hacerse con armamento nuclear. Creo que esto sí pueden considerarse armas de destrucción masivas. Rasanyani no es un dictador laico como Sadam, sino que es considerado por los islamistas como un hombre de Dios, lo cual le hace todavía más peligroso.
No obstante, la respuesta que se le ha dado no puede ser más tibia, a mi parecer. Quizás sea porque en la actualidad, tras la intervención en Irak, Estados Unidos no dispone de los medios necesarios para hacer frente de manera adecuada a la situación. Cabría preguntarse entonces si la administración Bush, con su intervención en Irak, alimentó a la bestia y, de un peligro ficticio, pasamos a uno real, habiendo dedicado al primero unos medios que tendrían que haber sido empleados en el segundo.

Mientras haya dirigentes como los que aparecen en la foto de las Azores, que no entienden que a la injusticia y al horror, aunque sean propiciados por el asesinato de una sola persona, hay que hacerles frente con todos los medios de que se dispongan, la barbarie seguirá ganando terreno, engendrando muerte y destrucción. O sea: terrorismo.

04 febrero 2006

Un paso atrás

Introducción
Hace poco más de dos años el PP, con su presidente a la cabeza, promulgó una ley anti referendum popular como estrategia política para detener al lendakari señor Ibarretxe, y ésta fue derogada por el gobierno del Sr. Zapatero cosa que me congratuló. Con fecha de enero de 2004 escribí el siguiente artículo, donde podreis comprobar que si dicha ley siguiera en vigor se podría imputar a los líderes del PP, como en su día se intentó hacer con el señor lendakari Ibarretxe, por fortuna esto no se logró y yo sigo manteniendo mi postura de aquel tiempo ya que como socialista pienso que los derechos son intocables, aunque en este caso beneficien a aquellos que en su día quisieron anularlos.
4 de Enero de 2004
Quisiera, en la medida de lo posible, apartar mi condición de militante socialista y de mujer feminista en lo que voy a decir, ya que mi intención es ser lo más cáustica posible en pro de la objetividad y racionalidad de mi exposición.

La introducción por parte del gobierno que preside el señor José María Aznar, de una ley que penaliza cualquier convocatoria de referéndum para luchar contra el Plan Ibarretxe supone una agresión a la Constitución y por consiguiente, a las libertades y a las garantías que la ciudadanía hasta el día de hoy habíamos gozado.

Esta decisión, tomada por el señor Aznar, introduce algo tan anticonstitucional como es el delito de opinión política o ideológica. Un referéndum puede ser legal o no, vinculante o no vinculante, o simplemente suponer una desfachatez; pero ninguno de estos supuestos se puede perseguir judicialmente, así como tampoco puede perseguirse a una idea o a, ni mucho menos, aquellos que la proponen, siempre que éstas no estén recogidas en el código penal, como es el caso.

No quiero entrar a valorar políticamente si esta medida sirve para el propósito de mantener el mando constitucional de la integridad del territorio, o si se trata de combatir el fuego con gasolina. Lo que pretendo con mis razonamientos es ser lo más imparcial posible desde el primer momento, intentando para ello apartar mis sentimientos e ideología, expresándome como una ciudadana más dentro de una democracia y de un Estado de Derecho.

Hablemos de hechos históricos comprobables: hubo un tiempo en el que podríamos decir que se me podía calificar de delincuente. Estoy hablando de tiempos preconstitucionales. Mis delitos eran los siguientes: pedir la igualdad y la equiparación legal entre hombres y mujeres, derecho al aborto, aprobación de la ley del divorcio y despenalización de la interrupción de embarazo. Gran parte de estos delitos desaparecieron cuando se aprobó la Constitución. En ella se recogían muchas de mis peticiones como delincuente, y lo que para mí era, todavía si cabe, más importante: que no se volvería a perseguir penalmente ninguna idea política o a la persona que participara de ella.

De ahí mi alarma cuando el Ejecutivo tramitó la ley antireferéndum Ibarretxe. En lógica judicial quiere decir lo siguiente: el señor Ibarretxe convoca un referéndum ilegal, es decir, tipificado como delito. Todos aquellos ciudadanos/as que concurran a él se convierten en cómplices, por lo tanto también deberían ser penados. ¿Piensa usted, señor Aznar, que puede juzgar, condenar y meter en la cárcel a toda la militancia del PNV que decidan acercarse a las urnas para depositar su voto? Permítame decirle que tendría que multiplicar por mucho el sistema penitenciario del Estado, porque además de los votantes del PNV, posiblemente tendría que encarcelar también a ciudadanos/as como yo, que después de sufrir la presión judicial por nuestras ideas políticas, no estamos dispuestos a permitir que demos un paso atrás, ni en las libertades que la Constitución nos otorga, ni en la convivencia pacífica que ahora hemos logrado mantener.

Quizás lo que debería estar tipificado y convenientemente legislado es la estupidez. Para ejemplo tenemos al ministro de Justicia cuando dijo que “no sabía si la ley está bien o mal, pero que algo había que hacer”. Mire, si usted como ministro de justicia promulga una ley de la que no está seguro si es correcta o no lo es, no está haciendo otra cosa que prevaricar en el sentido más amplio de la palabra. La política que ha llevado en los últimos años el señor Aznar, primero cuando estaba en la oposición y después cuando llegó al gobierno, basada en someter al Estado a una tensión continua, en la que el eje consistía en avivar los enfrentamientos entre comunidades e ideologías de manera permanente y continua, primero para llegar al poder, y luego para mantenerse en él, dan como resultados campos abonados para la radicalización de los nacionalismos.

La imagen del señor Arzallus arengando a los que considera patriotas vascos, paraguas en mano, en las escaleras del Tribunal de Justicia Vasco es el mejor regalo que jamás pudo recibir. Ha conseguido usted señor Aznar, con su talante de confrontación de ordeno y mando de general prusiano, convertir en una amenaza para la convivencia lo que sólo era un disparate legal, y que tiene su precedente en la actuación llevada a cabo en Italia por la Liga Norte, a la cual no se prestó atención alguna y se disolvió como agua en azúcar, sin crear ningún daño.

Señor Presidente, en ciertos aspectos de la vida los orígenes pueden ser determinantes. Como ciudadana en el actual marco legal, compruebo que las personas que se quieren divorciar lo hacen, y las que no, no; las mujeres que por las razones que sean deciden interrumpir su embarazo pueden hacerlo, y las que quieren llevarlo a término también; y no pasa absolutamente nada. Aquella lluvia de fuego y muerte que desde la dictadura se anunciaba se reveló como lo que siempre fue: una gran mentira.

Su gran problema señor Aznar es que se le llena la boca con la palabra Constitución, pero no sabe lo que significa ni para lo que vale. Si algo ha demostrado nuestra Constitución es que en este país cabemos todos/as, y que las negociaciones y el consenso, junto a las reglas democráticas del juego, nos pueden garantizar una convivencia en paz entre los ciudadanos/as a pesar de las diferentes ideologías de nuestro Estado.

La penalización de las ideas u opiniones políticas sólo nos puede llevar a situaciones graves de crispación, que espero que no se produzcan. Rectifique señor Aznar, porque lo malo de su error es que llevado a las últimas consecuencias lo pagaremos todos los hombres y mujeres de nuestro país.