12 febrero 2006

Integrismos

12 de febrero de 2006


Muchas personas piensan que el integrismo musulmán es algo relativamente reciente, y no es así. El integrismo actual tiene su base en la figura de Ibn Taymiyya (1263 – 1328), quien atacó frontalmente cualquier innovación y defendió la necesidad de volver a la pureza del Islam, a la de los píos antepasados, refiriéndose a Mahoma, sus compañeros y sus inmediatos sucesores.

Es pues este Taymiyya un defensor del Estado Teocrático, cuya principal tarea, entrelazadas la religión y el gobierno, consiste en impulsar el cumplimiento de la legislación islámica, la defensa y extensión de la ortodoxia islámica mediante la Yihad, la guerra santa, o lucha sagrada por el Islam. Esta interpretación coránica fue la corriente de pensamiento finalmente se impuso frente a otras mucho más abiertas y que apostaban por una convivencia en paz y una interpretación más libre. Como la propuesta por el musulmán español Averroes en la Córdoba del siglo XII, impregnada por la filosofía griega, en particular por Aristóteles.

Esto trajo como resultado que el Islam abandonara los conocimientos griegos y romanos que poseía, y se volviera intolerante hacia otras creencias. Cabría recordar que, hasta entonces, el Islam en su expansión había respetado las creencias de los territorios conquistados. Tan sólo exigía un impuesto a los no creyentes de su doctrina religiosa.

Tras la Reforma de Lutero, los europeos sufrimos nuestros propios integrismos, aunque en este caso los llamamos “Guerras de Religión”. En este integrismo violento y descarnado, que cubrió de muerte y destrucción buena parte de Europa, sacando a relucir en muchas ocasiones lo peor del ser humano de uno y otro lado se enfrentaron dos tendencias: la cristiana-católica y la protestante.

La Guerra de los Treinta Años (1618 – 1648) tuvo su principal origen en el enfrentamiento entre católicos y protestantes. Los protestantes franceses fueron brutalmente masacrados en la noche de San Bartolomé, el 25 de agosto de 1572; la reina madre y el Rey participaron de ella.

En Irlanda, después del triunfo del protestante Guillermo de Orange en 1690, se llevó a cabo un exterminio masivo de católicos. Además, el Parlamento irlandés aprobó leyes penales contra los católicos irlandeses: se les prohibió asistir a misa, comprar, vender o heredar tierras, o dedicarse al comercio.

Mientras tanto, la Santa Inquisición española reprimía mediante tortura y muerte cualquier intento de desviación de la doctrina católica apostólica romana; aunque los territorios protestantes tenían su equivalente en Consistorio de Ginebra en tiempos de Calvino.

Ambas tendencias persiguieron a todos aquellos que no abrazaron fanáticamente su fe, como el caso del español Miguel Servet, atacado por protestantes y católicos, quien finalmente murió quemado vivo en Ginebra por orden de Calvino.

Hasta la llegada de la Ilustración en el siglo XVIII (también llamado “el siglo de las luces”) y de la libertad de culto que desde este movimiento se promovió, junto con el respeto a los derechos del hombre, no se empezó a poner fin a la barbarie.

En España el estado no fue aconfesional hasta 1978, cuando se estableció la libertad religiosa. Antes de esto habíamos sufrido cuarenta años de dictadura de la mano de un autoproclamado Mesías llamado Franco, quien contó con el beneplácito de la Iglesia Católica, que lo puso a la altura del mismísimo Jesucristo. Hay muchas pruebas de esto último que digo; tantas, como monedas acuñadas con la leyenda “Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios”.

Ante la actual situación que estamos viviendo, según mi criterio no cabe tratar a todos los países de mayoría musulmana como si constituyeran un todo homogéneo, porque no lo son. Habrá que mantener las relaciones con cada país como lo que son: estados independientes los unos de los otros, creando y apoyando espacios vitales para los ciudadanos de religión moderada o laicos, que también los hay y no se hallan entre la incomprensión de Occidente y la presión y el acoso de los integristas.

La separación del Estado y la religión es la única solución que puede permitir el desarrollo, la libertad y el progreso de todos los pueblos. Cuando digo todos, quiero decir todos. Soy tan tajante en mi afirmación ya que, como mujer y feminista, si algo he observado que poseen en común las tres religiones monoteístas, tanto el Judaísmo, como el Catolicismo o el Islam, es la negación de la igualdad de la mujer.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Chapeaux.

10:01 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Muy acertado. Lo miremos por donde lo miremos, la religión de por sí es una lacra para el desarrollo libre del individuo. Por mucho que respetemos creencias, siempre habrá unos pocos que se aprovechen para, mediante las doctrinas, de las debilidades de otros y así poder manejarlos. No hay más que ver cómo subyugan el papel de la mujer en la sociedad.
Recibe un caluroso saludo, Plumilla.

4:32 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ay!

Me duele toito, pero no decaigo. Seguiré luchando por un mundo má justo para tod@s. Gracias por hacerme sentir que no estoy solita.
Un abrazo sociata de todo corazón y con toda mi solidaridad.

8:22 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Siempre se habla de respeto a la religión, pero ¿qué hay del respeto al laicismo?

Menos mal que hay personas, cada vez más, que entienden y aprueban la separación entre Estado e Iglesia.

11:46 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Cuando empezó la legislatura, algunos defendimos que el PP no debería entrar en el Parlamento mientras Rubalcaba fuera el jefe parlamentario del grupo socialista. Un sujeto que tras su catastrófica trayectoria en Educación, tras su criminosa defensa del Gobierno del GAL y de todos los escándalos, fue capaz de acaudillar el golpe político-mediático del 13M es inaceptable como interlocutor para un partido cuyas sedes fueron asaltadas gracias a Rubalcaba, cuyos dirigentes fueron llamados asesinos gracias a los comandos Rubalcaba, cuya repugnante estrategia antidemocrática en la Jornada de Reflexión llevaba su marca de fábrica, mitad PSOE mitad PRISA, y cuya imputación a Aznar y el PP de ser los responsables políticos de la masacre y de mentir a los ciudadanos sobre la autoría de ella fue decisiva en la manipulación del más salvaje atentado de la Historia de España no es ni puede ser considerado un político más. El PP no debería haber tolerado que tuviera un solo cargo en el parlamento. Y si el PSOE se empeñaba en proclamarle caudillo, había que hacer su vida parlamentaria tan difícil como él iba a hacérsela al PP. No tuvieron valor y ahora, lógicamente, tendrán pavor.

La eliminación de Bono responde a la negociación con ETA, para controlar el material del CNI que, en cualquier coyuntura, puede cargarse los términos de la claudicación. Lo de menos era y es Defensa. El nombramiento de Alonso tiene esencialmente ese fin: el control de los servicios de inteligencia y su puesta al servicio del pacto con los etarras. Y en cuanto al nuevo Ministro del Interior, mezcla de Beria y Fouché, es la garantía de que la negociación con los terroristas etarras la hará el que tiene a su cargo a los presos y el que carece de cualquier escrúpulo moral para hacer mangas y capirotes del Estado de Derecho y para perpetrar a costa de la dignidad nacional lo que sea y como sea para seguir en el poder y destruir al adversario político o mediático. Que no es la ETA, por supuesto, sino el PP y la media España que representa.

Viendo el bodrio de Estatuto Catalán que Rubalcaba ha prohijado –antiliberal, antidemocrático y antinacional– podemos hacernos una idea de los pactos a que puede llegar con ETA. Si Alonso, al que no sé por qué ha tratado con tanta deferencia Rajoy, fue capaz de detener ilegalmente a dos militantes del PP por una supuesta agresión a Bono que jamás se produjo, ¿qué no hará Rubalcaba? Si Alonso sigue sin investigar los capítulos más sórdidos del 11M, empezando por la profanación de la tumba del GEO y continuando con la siembra de pistas falsas para extraviar al juez del Olmo, ¿qué no hará Rubalcaba para borrar todas las huellas de la masacre cuyas pistas se ha encargado de enmarañar y cuyo conocimiento de la trastienda criminal es sin duda mayor de lo que ha dicho y se nos ha dicho?

Este es un gobierno para el terror porque se ha hecho para entenderse con ETA y liquidar la investigación del 11M. Y produce terror entre todos los ciudadanos decentes porque se ha puesto la policía en manos del sujeto con menos escrúpulos de España. Los resultados los veremos muy pronto. Viendo los del pasado, del GAL al 13-M, no hace falta mucha imaginación para saber qué nos deparará el futuro: mentira sobre mentira, infamia sobre infamia y manipulación sobre manipulación. Rubalcaba es la verdadera cara de Zapatero, que a su vez es la sonrisa de Rubalcaba. Preparémonos para lo peor, que siempre será menos de lo que Rubalcaba es capaz de maquinar y perpetrar.

2:37 p. m.  

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