31 marzo 2006

Ejemplos del pasado

27 de marzo de 2006



En estos días de esperanza y extrema prudencia tras el alto el fuego permanente de ETA, escucho muchas y variadas opiniones. Casi todas ellas apuntan hacia encontrar las vías adecuadas y necesarias para que este período tan delicado y doloroso de nuestra historia llegue a su fin y deje de ser una herida abierta en el sentir colectivo del país.

Antes de proseguir, quiero poner de relieve mi cautela a la hora de tratar ciertos temas. Al hablar de dolor y de muerte, temo no dar con las expresiones adecuadas y por tanto volverme muy reiterativa en la manifestación del respeto a las víctimas y a sus familias; también puede conducirme a la autocensura. Como ciudadana, reconozco mis limitaciones y admito que los sentimientos me pueden.

Escucho informaciones sobre el análisis de la situación que afirman que el Sinn Fein asesora a ETA. Por otro lado, llega a mi conocimiento que Londres y Dublín apoyan al gobierno español en los primeros pasos del alto al fuego. En definitiva, se trata de encontrar un modelo, un patrón de comportamiento político y social que nos lleve a una solución adecuada y definitiva para tan delicada coyuntura.

Los modelos anteriores, aunque exitosos, no tienen porqué servir del mismo modo para las situaciones actuales. De cualquier manera, cuanta más información y más datos se manejen mejor será el diálogo, se obtendrán más ideas y, por encima de todo, creo que ha de prevalecer la voluntad. La voluntad debe ser en todo momento el valor más representativo de todo el proceso, puesto que sin esta, por más asesoramiento especializado que se reciba en ningún caso podrá alcanzarse la solución definitiva que todos deseamos.

Nunca he ocultado ni mi admiración ni mi respeto por los republicanos, quienes tras el triunfo del golpe de estado perpetrado por Franco sufrieron persecución, prisión, muerte y exilio. Las historias, cuando se las individualiza y se les pone nombres y apellidos para ser mejor contadas, se hacen más reales y más próximas; como si el pasado pudiera abrirnos una puerta al futuro.
Voy a contar ahora una de estas historias. La conozco gracias a alguien próximo a mí que fue quien la vivió directamente, ya que yo no tuve el privilegio de conocer a su protagonista.

El apellido falso que tomó para regresar de su exilio en Francia era Antolín. Era un hombre serio y de lenguaje austero, no exento de cierta aspereza en el trato. Había abierto una carpintería de cuyos beneficios vivió el resto de su vida. En los últimos días del dictador, este hombre reveló su auténtica identidad para sorpresa de muchos. Dio su verdadero nombre y por supuesto sus apellidos. Omitiré estos últimos, pero de él diré que se llamaba Miguel.

Miguel era oficial del ejército que permaneció fiel a la República. Este acto le costó su patrimonio familiar y la muerte de sus seres queridos. No daré más detalles. Miguel nunca dejó de manifestar el siguiente pensamiento: lo que ocurrió en 1936 no debía jamás volver a ocurrir bajo ningún concepto. Para ello puso toda su voluntad en la reconciliación sin pedir nada a cambio, ni tan siquiera que se le hiciera justicia. Quería por encima de todo una ciudadanía que conviviera en paz.

Miguel murió pocos años después de su regreso a casa a causa de las heridas que sufrió a manos de un “tironero” cuando trataba de defender a una señora de más edad que él. Tras ingresar en el hospital sobrevivió tan sólo tres días. Su entierro fue muy sencillo, casi anónimo. En ningún momento nadie le reconoció su trayectoria; únicamente unos pocos de los asistentes conocían que Miguel no se apellidaba Antolín.

Por todo esto, entiendo que las víctimas tienen mucho que decir en todo el proceso que se abre. Sin embargo, personas como el señor Alcaraz, con cuya situación a nivel personal me solidarizo, no puede representar a dicho colectivo. Alguien que afirma que el Gobierno de la nación se ha arrodillado ante ETA no puede en modo alguno ser su portavoz.

No seré yo quien pida para la situación actual que se aplique la forma de pensar de Miguel. Entre otras cosas, porque fue injusta para él. Por fortuna, hay en prisión terroristas que ya han pagado mediante sentencias, con años de cárcel y el reconocimiento de sus crímenes a sus víctimas y a sus familias. Es lo que merecen estas víctimas y sus familias; pero también lo hubiera merecido Miguel.

Por todo lo anterior, pediría que solamente, a modo de reflexión, cuando se hable de modelos para la paz y la convivencia, se tenga en cuenta el que ya tuvieron los republicanos. Como Miguel, o Antolín.

23 marzo 2006

Alto el fuego permanente

23 de marzo de 2006


Para mí, a excepción de Víctor Hugo pocos autores han sido capaces de reflejar con palabras el sentimiento de dolor que produce la pérdida de un ser querido. De esta manera plasma el autor el sufrimiento de una mujer que ha perdido a su hija. La acción transcurre en el París del siglo XV en la Plaza de Greve. Quisiera aclarar que el término “infeliz” entonces no tenía connotaciones peyorativas ninguna, sino que se usaba como sinónimo de las personas que había sufrido una gran tragedia. Esta es la descripción que hace el escritor francés:

“La infeliz se había echado sobre aquel zapatito, su consuelo y desesperación desde hacía tantos años y sus entrañas se desgarraban en sollozos, como el primer día. Pues, para una madre que ha perdido a su hijo, siempre es el primer día. Es un dolor que no envejece. Las vestiduras de luto desgastan y blanquean, pero el corazón permanece enlutado.”

Esto es lo máximo que nos podremos acercar jamás a los sentimientos de una persona que ha perdido a un ser querido en un atentado de la banda terrorista ETA, porque el sufrimiento por el ser asesinado es irreparable: no hay nada que pueda devolvérselo, aunque fuese tan sólo por un minuto. De lo contrario, estoy segura de que la mayoría, por no decir la totalidad, hubiese pagado con sus propias vidas para poder tener ese minuto que los arrancase de una muerte continua y cotidiana desde que supieran del asesinato que cambió para siempre sus vidas.

No podemos hacer nada para cambiar la naturaleza de estos hechos. Como ya he dicho, son inamovibles e irreparables. Pero lo que quizás sí podemos conseguir es que este vacío inmenso no lo sufran otras personas. Rescatar esas vidas, que sus nombres permanezcan siempre en el anonimato porque ningún etarra asesino les arrebató la existencia cobardemente. Es hora de luchar por la vida; por la permanencia de esta. Palabras como “victoria”, “derrota” o “rendición” carecen de sentido ante la magnitud de la tragedia que nos amenaza: hablemos de vida y de soluciones.

En un pleno del congreso en el que se condenaban al franquismo y a sus cuarenta años de represión (no deja de ser curioso que coincidan el número de años con los que lleva ETA matando) toda la cámara en pleno votó a favor de condenar el régimen dictatorial. Hubo una excepción: la del PP. Argumentaron que, como partido, querían cicatrizar las heridas del pueblo y no adoptar ninguna postura que lo dividiera o que no mirase hacia el futuro.

Señores del PP, ahora tienen la oportunidad de hacer valer estas ideas. El golpe de estado del general Franco tuvo como resultado la muerte de, aproximadamente, unas 800.000 personas, hombres, mujeres y niños. Si en su día su abstención, como ustedes afirmaban, se debía a una cuestión de principios, no me cabe la menor duda de que en estos momentos en los que se ha establecido una tregua permanente, serán los primeros que no vacilarán en no escatimar medios para conseguir una paz definitiva, dando al gobierno de la nación todo el apoyo institucional que necesite en cada momento.

También quisiera expresar como ciudadana que, al margen de las actividades políticas que lleve a cabo el gobierno junto con las demás fuerzas políticas, los ciudadano/as debemos tomar parte activa en todo el proceso. Nuestros representantes deben saber que tienen todo nuestro apoyo, sin ningún tipo de fisura y que estamos dispuestos a respaldarlos en todo momento y ocasión. Sin embargo, también deben de tener muy claro que la ciudadanía jamás entendería que se desperdiciase una oportunidad como esta por simple mercadería política. La gran mayoría no perdonaría nunca semejante cosa.

Mandar un mensaje a una banda terrorista es de locos; pero algunas veces la vida no se podría entender sin locura. Quisiera recordarle a los dirigentes de ETA que lo están proponiendo en estos momentos es lo mismo que planteó Petrus. Para los más jóvenes, aclararé que Petrus fue un dirigente de la organización terrorista que propuso la entrega de armas y la consecución de sus ideales a través de la política. Poco después fue asesinado y su cuerpo jamás se encontró.

Señores de ETA, tienen ustedes una deuda no sólo con las víctimas directas de sus acciones, porque eso al fin y al cabo eso son crímenes, crímenes que han perpetrado durante cuatro décadas, en los cuales han envenenado las mentes y los corazones, han creado paraísos artificiales, efímeros e infiernos virtuales a los que han llevado a cientos de jóvenes mediante engaños, condenando a miles de familias al sufrimiento; tienen ustedes en sus manos lo que yo creo que es la última oportunidad de poner fin a este sórdido reinado de terror. Por el bien de todos/as espero que la aprovechen.

Churchill, estando su país sitiado por los nazis, dijo: “sólo os puedo ofrecer sangre, sudor y lágrimas”. Ya hemos puesto la sangre, espero que ahora sólo queden el sudor y las lágrimas.

19 marzo 2006

Plumilla dijo...

Hay quien dice dormir bien porque tiene su conciencia tranquila. Yo estoy en paz con la mía y a veces me cuesta dormir porque ningún dolor de las personas me es ajeno.
No me cabe la menor duda que el bien y el mal no tienen ni color ni origen ni etnia ni sexo.

18 marzo 2006

Holocausto

17 de marzo de 2006


En ocasiones, la Historia parece querer ponernos a prueba. Sólo así se explica que a estas alturas, en el año 2006, algunos grupos cuestionen a nivel personal y político la existencia de los campos de concentración nazis. Un historiador austriaco ha ingresado en prisión por publicar un libro en el que negaba esta posibilidad. Condenado a 10 años, tan sólo tendrá que cumplir 3 por haberse retractado. Para mí es increíble que un historiador, acostumbrado a seguir débiles huellas hasta dar con la punta del ovillo que le permita conseguir la verdad, posea tanta ignorancia.

El 30 de enero de 1933, un decreto del mes de febrero abolió la protección Constitucional. Esta ley, promulgada por el partido nazi alemán y de la cual se guarda acta, faculta a la policía política, la GESTAPO, para arrestar a cualquier persona e enviarla a un campo de concentración. Así que los primeros que sufrieron la tortura, el hambre y la muerte fueron los ciudadano/as alemanes que, bajo el epígrafe de “antisociales”, eran oponentes políticos, comunistas, socialistas, judíos, homosexuales, discapacitados, prostitutas y vagabundos. Este confinamiento y aniquilación se llevaron a cabo en seis campos de exterminio en los albores del Tercer Reich.

Un movimiento tan enorme de personas y recursos dejan grandes huellas materiales, así como testigos, ya fueran familiares o amigos de los deportados.

Las historias clínicas de los discapacitados mentales aún se conservan, así como los nombres de los componentes de los siniestros comités médicos que condenaban a aquellos que según los criterios del partido nazi debían ser ejecutados.

Si todo esto es poco como prueba de que los campos existieron (lejos están de ser un montaje como muchos quieren hacernos creer), yo he podido contemplar en documentales como algunas víctimas (madres, hermanos, hijos) narraban dichos acontecimientos. Sus descripciones no podían ser más verídicas, así como los detalles que mostraban las cámaras. De hecho, a pocos kilómetros de mi ciudad, en un pequeño pueblo vivió un republicano superviviente del exterminio al que pude escuchar en más de una ocasión.

¿De qué armas morales, éticas e históricas nos valdremos los demócratas actuales para proteger la memoria de las víctimas del holocausto? ¿Cuál es el camino para que tantos crímenes, horror y humillación no puedan ser puestos en duda para así no insultar a los sobrevivientes que en la actualidad viven entre nosotros? Es este un reto que todos los demócratas debemos tomarnos como algo personal. La negación de esta realidad comenzó a gestarse por parte de los ideólogos de la extrema derecha en el mismo instante en que se conoció que las tropas aliadas habían roto el cerco y pusieron tantas evidencias al descubierto de la barbarie y muerte que habían reinado.

Pasados los años nos sucederá a los españoles lo mismo: vendrá alguien de las Nuevas Generaciones que escribirá que el atentado del 11 de marzo no fue obra exclusiva del integrismo islamista; que afirmará ver en aquel triste día la mano de una conjura que sólo tenía como finalidad ganar las elecciones en detrimento del PP. ¿Conseguirán personajes como Pedro J. Ramírez, Acebes o Zaplana hacerles creer que hubo una conspiración desde la fiscalía, que jueces y policías unieron sus fuerzas para que no se llegara nunca a la verdad y al esclarecimiento de los hechos?

Sólo el tiempo podrá dar una respuesta a esto. Lo que sí puedo afirmar desde mi posición es que en ningún momento y bajo ningún motivo dejaré de defender lo que aquel día ocurrió realmente: día a día, mes a mes, año tras año, hasta que la voz y la vida me lo permitan.

15 marzo 2006

Pesadillas

Sevilla, a 15 de marzo de 2006

En el verano de 1816, junto al lago Lemán en Ginebra y con un tiempo especialmente crudo y lluvioso, se reunieron en una casa de campo personajes como Lord Byron, Percy Shelley, su esposa Mary y el médico John William Polidori. Para combatir el aburrimiento al que el obligado encierro los empujaba, se leían mutuamente historias de terror. Una de esas noches, alguien propuso que fueran ellos mismos quienes escribieran algún cuento de horror.

Un par de días después de aquello, Mary Shelley confesaría que fue a raíz de una horrorosa pesadilla cuando concibió la figura del doctor Frankenstein y su monstruo: tras largos años de experimentos, el doctor logra insuflar vida a una gigantesca criatura compuesta por trozos de cadáveres.

Bram Stoker en su novela Drácula, publicada en 1897, describe a un ser persverso y demoníaco sin ningún tipo de moral; se le puede definir como el mal encarnado. En sus memorias, Stoker narra como tras una comida copiosa y una posterior cabezada tuvo unos sueños terribles que le hicieron despertar bañado en sudor. En ese momento gestó la creación de su personaje vampírico.

Señor Rajoy, como ciudadana, como mujer, no consigo adivinar qué terrible pesadilla debió de tener para que consiguiera asustarnos a todos los demócratas de este país, cuando pidió la nulidad del sumario de los atentados del 11 de Marzo. Estoy convencida no obstante de que sería mucho más terrible y abominable que las de los creadores de la criatura de Frankenstein y Drácula juntos, porque de no ser así no se entiende que fuera capaz de solicitar una monstruosidad semejante.

Como político y hombre culto que es usted, sabrá que una proposición como la suya de ser llevada a cabo tendría como consecuencia la inmediata puesta en libertad de todos y cada uno de los responsables del atentado, actualmente en prisión. Muchos de ellos, en la instrucción del sumario que usted quiere anular, se confiesan como autores, instigadores y cómplices de los asesinatos. Estos terroristas confesos tendrían que ser puestos en libertad a pesar de sus declaraciones: al quedar invalidado el sumario, no existen pruebas incriminatorias para que continuen en prisión.

Señor Rajoy, imagino la cara de estupor del artificiero y héroe anónimo que se jugó la vida al desmontar la mochila bomba, lo que dio como resultado el arresto de casi cien integristas dispuestos a volver a matar en nuestro país; así como la de los policías y guardias civiles que dieron lo mejor de ellos mismos en aquellos aciagos días; de los inspectores de la policía científica, del juez, del fiscal del caso; en definitiva, de todos los que lograron desmantelar tan siniestros grupos de asesinos colectivos. ¿Puede usted, señor Rajoy, imaginar por un momento los sentimientos y las heridas que su petición ha provocado en la viuda, los padres y los hijos del geo que murió en acto de servicio cuando algunos terroristas se autoinmolaron y cuya tumba fue profanada por unos miserables de la misma condición de los que se suicidaron? Por respeto y decoro no citaré también a los familiares de las 191 víctimas del 11 de marzo.

Lo que sí puedo decirle a usted, que es líder de la oposición, es que en sus manifestaciones llega más allá de lo que puede entenderse como tolerable, aunque a posteriori de alguna manera haya querido desdecirse ante los medios de comunicación. Señor Rajoy, yo debo ser de esos miles de personas de mala fe que cuando oímos pronunciar las palabras “el sumario del 11 de marzo debe ser anulado” (así fue recogido y difundido por radio, prensa y televisión) pensamos que su capacidad de liderazgo, así como el derecho a presentarse como candidato a la presidencia del gobierno, quedaron totalmente disueltos. No se puede confiar en un político que es capaz de invalidar todo un sistema judicial democrático e ignorar el dolor de las víctimas para hacer oposición. Sería impensable que un personaje como usted pudiera tener la legitimidad democrática de las urnas.

11 marzo 2006

Justicia y solidaridad para las víctimas del 11M

11 de marzo de 2006


Hoy se cumplen dos años de los asesinatos colectivos perpetrados en Atocha. El calibre de tal infamia es difícil o imposible de calificar, porque me faltan palabras para calificar mi desprecio y repugnancia hacia los autores materiales del hecho, así como a los instigadores ideológicos. Por tanto, no lo haré.

Me gustaría ser lo más aséptica posible y, dejando al margen mi condición de socialista, rendir tributo a las víctimas y a sus familias. No hay expresiones, ni orales ni escritas, ni por ningún otro medio que se me ocurra, para mitigar aunque fuera ínfimamente el dolor, la angustia y el sentimiento de pérdida de estos últimos años.

Lo único que se me ocurre como mujer y ciudadana es pedir que cuando se celebre el juicio por estos hechos y exista una sentencia, todos y cada uno de los ciudadanos la acate; que la misma sea asumida de forma colectiva sean cuales sean los acontecimientos de los días anteriores o posteriores al atentado que ponga o deje de poner al descubierto. Con esto no quiero decir que nadie renuncie a las apelaciones que crean oportunas, tal y como dicta nuestro ordenamiento jurídico.

Nunca he sabido muy bien lo que significa la patria. Lo que sí sé es que el concepto que yo tengo de ella, en nada se parece al modelo que defienden Aznar, Rajoy o Acebes.

Me gustaría pensar que, quizás por primera vez en la historia de nuestro país, todos/as al margen de nuestra ideología seremos capaces de unirnos en torno a una resolución judicial por respeto a los asesinados y a sus familias. Para mí sería el único homenaje con cierta validez y, en la solidaridad y en la unión que esto demuestra, se halla la posibilidad de sentirnos patriotas.

09 marzo 2006

Justicia para las víctimas del 11-M

9 de Marzo de 2006

Justicia para los asesinados y asesinadas.
Justicia para las víctimas que necesitan ayudas físicas y psicológicas.
Justicia para sus familiares.
Justicia para sus amigos y amigas.
Justicia para todas las personas de bien que nos arrancaron la paz y el sosiego.
Justicia para todas las víctimas condenadas a cadena perpetua en el dolor.
Justicia.

08 marzo 2006

El valle del muerto

19 de Febrero de 2006

El valle de los caídos solo contiene un cadaver, no caido en combate, sino tras una larga enfermedad que le minó la salud lentamente, como si todo el mal que había hecho se dilatara en pequeñas gotas de dolor físico, convirtiendo su agonía en una fería de catéteres, gomas, agujas, respiración asistida ..., lo más parecido a un parque de atracciones de desechos humanos.