04 agosto 2007

Feminismo

Sevilla, 4 de agosto de 2007


La incultura y el mal empleo de la palabra “Feminismo” constituyen en la mayor parte de las ocasiones un grave atentado contra las libertades de las personas. En especial, contra colectivo que por defender sus ideas y ser fieles a sus principios ideológicos han sufrido persecución, tortura y muerte, como ha sido el caso de las feministas.

Nuestra ideología tiene como piedra angular igualar en derechos y en deberes a los hombres y a las mujeres.

Comparar y hacer equivalentes los términos “machismo” y “feminismo” es tan disparatado como afirmar que el Ku Klux Klan norteamericano es una organización a favor de los derechos humanos, o que ETA se ha caracterizado desde su creación por el escrúpulo y el respeto hacia la vida humana, así como por no haber transgredido nunca ningún código moral ni ético en toda su trayectoria.

Una de las primeras mujeres feministas que se conocen nació en la Edad Media. Su nombre era Christine de Pizan. Era poetisa y enviudó a la edad de 23 años. Gracias a sus escritos, logró sacar adelante a su madre y a sus dos hijos.

Eran tiempos en los que el principal debate intelectual era tratar de averiguar si las mujeres eran igualmente seres humanos y si había que permitirles acceso a la educación. Christine dio la réplica en su libro La ciudad de las damas, en 1405.

John Stuart Mills publicó en 1859 La esclavitud de las mujeres, donde demostraba que las diferencias entre los hombres y las mujeres no eran consecuencia de ninguna incapacidad femenina, sino el resultado de una educación insensata en la que las clases dominantes situaban a la mujer en algún lugar intermedio entre los niños y los animales domésticos.

La madre del feminismo moderno, Mary Wollstonecraft y su vindicación de los derechos de la mujer, así como las grandes movilizaciones feministas que se sucedieron durante la I y la II Guerra Mundial, entroncan con la eclosión del movimiento en los años sesenta y su desarrollo hasta la actualidad; una época en la que en muchos países asesinan a las mujeres a pedradas por presuntas infidelidades, se las obliga a vestir con el burka y se les niega cualquier tipo de derecho; por no mencionar España y la sangría que provoca la violencia de género, que es lo mismo que decir “asesinato machista”. Nosotras, las feministas, estamos aquí y seguiremos estando, ahora y siempre.

La equiparación entre machismo y feminismo es un atentado contra los derechos humanos, porque sitúa en la misma categoría a las víctimas y a los verdugos. Supone escupir a todas aquellas personas que hemos combatido para conseguir la igualdad y la justicia social a lo largo de toda nuestra vida. Es insultar a quienes, estando en una posición social ventajosa, no dudaron ni un segundo en unirse a nuestra causa a favor de los derechos humanos, como en su día lo hicieron Christine de Pizan, Mary Wollstonecraft, John Stuart Mills, Virginia Wolf, Simone de Beauvoir, Clara Campoamor y tantas mujeres anónimas que pagaron con su salud e incluso con sus vidas su aspiración de obtener los derechos y las garantías de igualdad que hoy en día disfrutamos muchas mujeres.

PD.: El Feminismo no se entendería sin aquellos hombres que apoyaron y apoyan a las feministas en su movimiento por la igualdad, la libertad y los derechos humanos.