Ibarretxe y el paraíso perdido
Sevilla, 29 de septiembre de 2007
Otra vez, como algo que se repite de manera cíclica, escucho al lehendakari Ibarretxe hablar del derecho de los vascos a decidir su futuro y de nuevo me llama poderosamente la atención el hecho de que haga hincapié en que tal acción pasa necesariamente por aceptar su plan para el Referéndum. No deja de ser contradictorio por calificarlo de algún modo. ¿Cómo no deja de hablar de “derecho”, “libertad” y “futuro”, pero por otra parte, se abocan a que se cumplan sus proyectos? Sería equivalente a afirmar “serán todos libres siempre y cuando hagan lo que yo diga”.
Por otra parte, parece que el PNV vendiese participaciones de felicidad. Ser nacionalista y conseguir la independencia debe suponer que por un proceso administrativo, los vascos y vascas dejarán de tener problemas. Sería el bienestar instantáneo; los conflictos se esfumarían; no existiría marginalidad, ni drogadicción, ni nada que se le pareciera. Los hospitales quedarían vacíos; ninguna persona tendría discapacidad, ya fuera adquirida o de nacimiento; todos/as los/as niños/as aprobarían con matrícula… Parece que con el plan del Lehendakari, hasta la Muerte tendría que pedirnos permiso.
El señor Ibarretxe, en el seno de su partido, planifica de manera extremadamente eficaz el futuro, pero niega tozudamente la realidad del presente. Es como si en medio de un gran incendio forestal un teórico de la biología se pusiese a dilucidar qué especie arbórea es preferible que pueble el monte, mientras las llamas devoran el bosque.
Creo que se me entiende lo suficientemente bien como para no necesitar ser más explícita. Mencionar a los asesinos una y otra vez hastía.
Quiero hacer una salvedad: después de escuchar en estos días a la señora María San Gil acusar al ejecutivo de debilidad y hacerlo responsable de los desmanes homicidas de otros, sólo se me ocurre: ¿cómo se atreve a acusar al PNV de utilización del terrorismo con fines electoralistas? ¿No es acaso lo que usted hace siempre, señora San Gil? ¿Cómo se puede actuar de una determinada manera y, al mismo tiempo, acusar a otros de incurrir en lo que uno mismo lleva a cabo?
De todas maneras, como conocedora de la sociedad vasca a grandes rasgos, y como ex candidata en las municipales, quiero expresar que mi percepción de la realidad es muy diferente a lo que han expuesto de manera reciente los dos grandes partidos. La sociedad vasca, en términos generales, la forman mujeres y hombres amables y hospitalarios; con las mismas virtudes y los mismos defectos que cualquier ser humano; las mismas prioridades, las mismas inquietudes y las mismas necesidades afectivas y sociales que el resto de la ciudadanía. No obstante, el PNV ha decidido que son semidioses.
Señor Ibarretxe: si su plan materializara ese mundo irreal de felicidad que preconiza, tendría un serio problema. Y no sería el de salir de la ofensa permanente en el que dice encontrarse, sino el hecho de que no sería necesario un referéndum, puesto que toda la ciudadanía del estado querríamos ser vascos y militantes del PNV.
Por otra parte, parece que el PNV vendiese participaciones de felicidad. Ser nacionalista y conseguir la independencia debe suponer que por un proceso administrativo, los vascos y vascas dejarán de tener problemas. Sería el bienestar instantáneo; los conflictos se esfumarían; no existiría marginalidad, ni drogadicción, ni nada que se le pareciera. Los hospitales quedarían vacíos; ninguna persona tendría discapacidad, ya fuera adquirida o de nacimiento; todos/as los/as niños/as aprobarían con matrícula… Parece que con el plan del Lehendakari, hasta la Muerte tendría que pedirnos permiso.
El señor Ibarretxe, en el seno de su partido, planifica de manera extremadamente eficaz el futuro, pero niega tozudamente la realidad del presente. Es como si en medio de un gran incendio forestal un teórico de la biología se pusiese a dilucidar qué especie arbórea es preferible que pueble el monte, mientras las llamas devoran el bosque.
Creo que se me entiende lo suficientemente bien como para no necesitar ser más explícita. Mencionar a los asesinos una y otra vez hastía.
Quiero hacer una salvedad: después de escuchar en estos días a la señora María San Gil acusar al ejecutivo de debilidad y hacerlo responsable de los desmanes homicidas de otros, sólo se me ocurre: ¿cómo se atreve a acusar al PNV de utilización del terrorismo con fines electoralistas? ¿No es acaso lo que usted hace siempre, señora San Gil? ¿Cómo se puede actuar de una determinada manera y, al mismo tiempo, acusar a otros de incurrir en lo que uno mismo lleva a cabo?
De todas maneras, como conocedora de la sociedad vasca a grandes rasgos, y como ex candidata en las municipales, quiero expresar que mi percepción de la realidad es muy diferente a lo que han expuesto de manera reciente los dos grandes partidos. La sociedad vasca, en términos generales, la forman mujeres y hombres amables y hospitalarios; con las mismas virtudes y los mismos defectos que cualquier ser humano; las mismas prioridades, las mismas inquietudes y las mismas necesidades afectivas y sociales que el resto de la ciudadanía. No obstante, el PNV ha decidido que son semidioses.
Señor Ibarretxe: si su plan materializara ese mundo irreal de felicidad que preconiza, tendría un serio problema. Y no sería el de salir de la ofensa permanente en el que dice encontrarse, sino el hecho de que no sería necesario un referéndum, puesto que toda la ciudadanía del estado querríamos ser vascos y militantes del PNV.