09 agosto 2006

Relatos cortos. Creación.

8 de febrero de 2006


“Y el séptimo, descansó”.

Después de comprobar que lo que ya había realizado le gustaba, decidió continuar creando; de tal manera y con tanto ímpetu que llegó un momento en que perdió la noción de los planetas que había diseñado y de las vidas que en ellos había puesto y, en aquel preciso momento, cayó en la cuenta de que no había elaborado inventario alguno.

Se sintió un tanto perdido porque, aunque podía recordar los nombres de la mayoría de los planetas que había creado, no lo hacía con todos. No obstante no decayó su vigor: más bien al contrario, supuso un acicate; igual que la gasolina para el fuego. Hasta tal punto sufría de fiebre creadora que llegó al extremo del agotamiento.

Luego de recuperarse, empezó a ocuparse de otros asuntos: cuestiones no menos importantes que las realizadas anteriormente. Puso tanto empeño en estas otras labores que pasó un tiempo sin que recordara sus sistemas planetarios.

Un lapso impreciso después, que podríamos cifrar en miles o millones de años, por usar nuestra unidad de tiempo, decidió que era hora de elaborar un censo el que se recogiera detalladamente todo lo que había creado para revisar concienzudamente su obra. Hubo algo que le extrañó: cuando llegó a los planetas a los que había puesto nombre, entre todos ellos a primera vista, desde los del principio hasta los del final no destacaba ninguno en particular; pero fijando su atención había uno etiquetado como “Tierra” que consiguió despertar su interés. Quizás porque fuera uno de los intermedios no le había dedicado el tiempo entusiasta del novel, ni lo concluyó con la mano experta con la que finalizó el último de ellos.

Ajustando sus ojos de manera microscópica, se dispuso a su contemplación. Resultaba curioso como aquellas minúsculas criaturas habían evolucionado por sí mismas. Habían levantado civilizaciones, se dotaron de leyes y hasta desarrollaron ética y moral. Incluso después de un prolongado período de tiempo en el que adoraron a varios dioses, terminaron cayendo en una etapa monoteísta.

Pero por otro lado la muerte, la barbarie, las enfermedades y el hambre seguían azotando aquel planeta con todos sus otros avances. Decidió entonces tomar cartas en el asunto y solucionar lo que desde primera hora debería haber hecho bien. Cuando iba a empezar la labor, escuchó las voces de sus padres que lo llamaban para comer.

Así que decidió que lo solventaría más tarde. Total, llevaban unos miles de años solos: por otros cuantos tampoco iba a pasar nada.

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