24 junio 2006

Del rincón de la historia a la chequera de Aznar

24 de junio de 2006


La decidida actuación del ex presidente del gobierno D. José María Aznar apoyando todas las decisiones de la administración de Bush chocó siempre con el parecer de la mayoría de la opinión pública española, que veía en este comportamiento un entreguismo que no se terminaba de comprender. La insistencia del anterior ejecutivo en ofrecer ayuda una y otra vez al gobierno presidido por Bush, así como la frialdad e indiferencia con que esta le correspondía, chirriaba y mucho, especialmente en contraste con el carácter altanero y arrogante que nos mostraba a sus conciudadanos. Aún así, este seguía una y otra vez ofreciéndose.

Desde el punto de vista político, resultaba ilógico que un país de peso internacional medio como el nuestro, con problemas de terrorismo además, pretendiera jugar un papel decisivo en la política mundial, máxime cuando no se contó con él desde un primer momento.

Después, el envío de las tropas a Irak supuso el inicio de una política de enfrentamiento contra las Instituciones de la Unión Europea capitaneada por el señor Aznar, quien pretendía, ni más ni menos, que estas perdieran su independencia y pasaran a apoyar a los Estados Unidos en sus decisiones. Así pasarían de ser un organismo supranacional a convertirse en un apéndice o satélite de la administración de Bush. Estas pretensiones tuvieron su colofón en el discurso del Sr. Aznar en el Congreso de los Estados Unidos, donde los participantes de aquel acto interrumpieron su alocución una y otra vez con vítores y aplausos. Todos recordaremos los esfuerzos del ex presidente por conseguir la medalla del Senado, para lo cual contrató a un equipo de juristas norteamericanos pagados con dinero público.

Pasado un tiempo de estos acontecimientos nos encontramos con que uno de los hombres fuertes en la representación de los intereses económicos americanos en España es el yerno del Sr. Aznar, el Sr. Agag; en la actualidad más reciente recibimos la noticia del nombramiento del ex presidente como consejero de Rupert Murdoch, magnate de medios de comunicación de tendencia ultra conservadora, cuyo imperio mediático se extiende por Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos.

Desde mi punto de vista, hablamos de más que meras coincidencias; quizás porque todos y todas sabemos que estas nunca se producen ni con esta clase de personajes ni con el dinero.

Debido a todas estas “coincidencias”, comienzo a formarme la opinión de que estos interlocutores y estos nombramientos obedecen a algún tipo de política. Es más, no descarto que el ex presidente del gobierno utilizara los últimos meses de su mandato para hacerse acreedor de pagos cuyos réditos disfruta en la actualidad, lo cual supone para mí la más repugnante de las corrupciones.

El parlamentario italiano De la Torre murió a manos de la mafia por impulsar la ley que hoy lleva su nombre. Con esta ley, De la Torre pretendía tener capacidad jurídica para investigar cómo aparecían las grandes fortunas de la noche a la mañana y si estas entraban dentro de la legalidad. Pasado un tiempo, esta ley ha sido clave para desmantelar enormes organizaciones delictivas perfectamente jerarquizadas y con tapaderas legales que hasta entonces las hacían inmunes a la justicia.

Pues bien, yo, como ciudadana, pediría que se aplicara una ley como la De la Torre en nuestro país, para conocer de este modo el patrimonio de Agag y de Aznar, de sus ramificaciones y del papel que en todo esto ha jugado la fundación que preside el Sr. Aznar.
Quizás de esta manera podamos saber a cuánto han salido los muertos de Irak y de la Estación de Atocha del 11 de marzo.