17 junio 2006

Aprendices de Gloucester

17 de junio de 2006

Shakespeare, en su obra Ricardo III, nos muestra las argucias de un siniestro príncipe que no duda en recurrir a todo tipo de artimañas para conseguir el poder. Entre todas sus tenebrosas estrategias destaca su capacidad para enfrentar y crear desconfianza y odio entre aquellas personas que según él lo separaban de la corona.

A lo largo de toda la obra presenciamos el uso de las palabras y de hechos dudosos que hace Ricardo III para envenenar las relaciones de la familia real, así como la continua creación de problemas inexistentes y los que él mismo se ofrecía para resolverlos y, de este modo, desgastar y erosionar aún más si cabe las relaciones de confianza de los personajes que le estorbaban.

Esta sucesión de maldades continuas al final le llevan a conseguir su apreciada meta: la conquista del poder. Pero como en todas sus obras, al final William nos obsequia con un elemento ejemplarizante. Ricardo III se encuentra solo en el campo de batalla. Pese a toda su astucia y su mal saber, acaba perdiendo cuanto tiene. Entonces de sus labios sale la famosa frase que pone de relieve toda la incoherencia de la maldad y la mentira: “Mi reino por un caballo”.

El día 10 de este mes he tenido la mala fortuna de ver cómo el personaje de Shakespeare tomaba vida y se multiplicaba en una multitud de duques de Gloucester personificados en los dirigentes del PP, quienes no han tenido escrúpulos en utilizar una Asociación de Víctimas del Terrorismo para conseguir sus fines políticos. Han utilizado además eslóganes en la convocatoria tan enrevesados como perversos como “No en mi nombre” o “Queremos saber la verdad del 11–M”. De esta forma tan burda como malintencionada pretendían cercar al gobierno en su margen de negociación con ETA para conseguir la paz, boicoteando todo el proceso y pretendiendo crear dudas sobre el funcionamiento del poder judicial. Quieren mostrarlo como poco fiable, que se deja manejar desde el gobierno porque este tiene algo que ocultar.

No obstante, no dudo que la verdad sobre el 11 M se sabrá. Y se sabrá, en forma de sentencia. Lo que sí dudo es que a ustedes, señores del PP, les guste la verdad.

El discurso del señor Alcaraz, presidente de la Asociación Víctimas de Terrorismo, fue una arenga política en todo el sentido y extensión de la palabra. Quiero destacar la siguiente frase: “España no se rinde”. Pronunciada por el señor Alcaraz y vitoreada por la plana mayor del PP, me plantea las siguientes preguntas: ¿Ante quién no se rinde España? ¿Cuál es el enemigo, el gobierno socialista o ETA? ¿Quién decide quién es quién, hasta dónde se puede llegar y hasta dónde no? Señor Alcaraz, señores del PP: no son ustedes quiénes han de decidirlo. Olvidan que la soberanía popular reside ahora mismo en el señor Zapatero, porque así lo indicaron las urnas.

Estoy convencida de que en este país cabemos todos. Propiciar el enfrentamiento de manera continua entre los ciudadanos y ciudadanas para conseguir el poder es tan chusco como ineficaz. Nuestra sociedad hace tiempo que goza de mayoría de edad y sabe discernir perfectamente entre el bien y el mal; toma sus decisiones políticas y electorales en función de lo que cree mejor para el país. Aunque las radios con afanes predicadores intenten envenenar la convivencia con su permanente y machacón mensaje de discordia; por más que Acebes y compañía traten de enfrentar a la ciudadanía, o por más que se trate de utilizar a algunas de las víctimas del terrorismo, no conseguirán que la ciudadanía de este país pierda la calma y mucho menos que nos enfrentemos. No albergo la menor duda de que en estos momentos tan duros la mayoría de la opinión pública apoya al gobierno en su búsqueda de la paz y que valora la valentía del ejecutivo con su presidente a la cabeza. Es algo que se verá reflejado en las próximas elecciones generales, independientemente de lo que acontezca en el tema terrorista.

Así podremos contemplar cómo no habrá campo de batalla. Sólo una llanura extensa de un vacío infinito, donde los dirigentes del PP gritarán una y otra vez “¡Mi credibilidad por un voto!”.