06 mayo 2006

La antítesis de Kant

6 de mayo de 2006


Kant definía la Ilustración como la mayoría de edad de la humanidad, una liberación de la inteligencia de los controles externos: “atrévete a saber”. Afirmó su fe en la bondad humana, su creencia optimista en la razón y su confianza en la investigación empírica, cuyos enemigos eran la tiranía política, el fanatismo religioso, la hipocresía moral y el prejuicio.

Si Inmanuel Kant hubiera expresado estas ideas en la actualidad en los Estados Unidos, probablemente se convertiría en el enemigo público número uno de la administración Bush, porque son la antítesis de lo que es hoy la nación más poderosa del mundo.

Tras la Segunda Guerra Mundial afloraron dos grandes potencias: Estados Unidos y Unión Soviética. Tras el derrumbe de esta última, Estados Unidos se convirtió en imperio, como lo fuera antes España, Francia o Inglaterra. Como en todo imperio ha anidado en él la prepotencia, abandonando en la actualidad algunos de los principios que lo hicieron grande de la mano de aquellos protestantes radicales, llamados puritanos porque pretendían limpiar el culto a Dios de toda liturgia católica, así como por no admitir que su Iglesia tuviera una cabeza visible, y más si ésta era portadora de la corona.

En todos los años anteriores, durante la llamada Guerra Fría, las distintas administraciones del país, en especial los republicanos, apostaron por el uso desmedido de la fuerza y la violación de los derechos humanos. El miedo al comunismo lo hacía todo lícito en aras de la preservación de la democracia del monstruo. Para esto no dudaron en financiar golpes de estado que produjeron miles de muertos, torturas y ruinas económicas.

Cabe recordar que, por su parte, la Unión Soviética hacía lo propio, reprimiendo cualquier aire de libertad que recorriera sus territorios a través de gobiernos títeres y armando a cualquier grupo de insurgentes que estuvieran dispuestos a usar la fuerza y tuvieran algún tipo de afinidad con el Kremlin.

Estos excesos del pasado no ensombrecen en modo alguno otros hechos, como que tras la guerra de la Independencia, que terminó con la expulsión de los británicos, nunca tuvieron un rey o un dictador; superaron la crisis económica del 29 gracias a la gestión del presidente Roosevelt y su política del nuevo día; consiguieron dejar atrás el mccarthysmo y su caza de brujas; cuando fue necesario salieron a la calle y lograron parar la guerra de Vietnam y que los suyos volvieran a casa. Todo esto sin contar con que ofrecieron refugio a millones de europeos que huían de la miseria y que allí encontraron acomodo y una nueva vida, así como su participación decisiva para acabar con el inmundo régimen nazi.

Aciertos y errores han ido de la mano en este gran país. Sin embargo, la actual situación que se vive tras la intervención en Irak, ha introducido un elemento nuevo que hasta la fecha era desconocido para los americanos. Su servicio de inteligencia siempre pagó, hasta la fecha, a militares o policías extranjeros para que les hicieran el trabajo sucio. Actualmente, son sus propios ciudadanos los que torturan en las cárceles de Irak, los que organizan vuelos secretos a terceros países para que nadie pueda seguir el rastro de sus fechorías, los que cometen asesinatos que permanecen impunes.

Estos siniestros patriotas, que atormentan con perros, mantienen las luces encendidas en las celdas las 24 horas y propinan palizas mortales, antes o después, cuando todo acabe, volverán a sus casas y llevarán con ellos la semilla de la barbarie y de la violación de Derechos Humanos. Serán los que se crucen con sus compatriotas, les atenderán en la oficina de correos, se harán policías o de alguna otra profesión.

¿De verdad piensa alguien que estos sujetos van a defender y acatar el sistema democrático de su país, cuando se les ha permitido realizar todo tipo de tropelías contra los Derechos Humanos en el exterior con total impunidad?

Hoy en día, Estados Unidos se ha convertido en la antítesis del pensamiento Ilustrado, el que representaba Inmanuel Kant. Estados Unidos ha demostrado su falta de inteligencia al invadir Irak; ha dejado patente su ausencia de mayoría de edad; ha faltado a la bondad humana, como podemos comprobar en su trato a presos que, sin ningún tipo de garantía judicial, con capuchas, privados del sentido de la vista, van en fila india cubiertos de cadenas. Están ejerciendo la tiranía al sobornar a los países del Este para montar cárceles clandestinas y son unos fanáticos religiosos porque, después de todo esto, cuando se termina una alocución pública al país desde instituciones civiles, no se deja de decir “que Dios Bendiga a América”