11 agosto 2006

Bush, el creador de monstruos

Sevilla, 11 de agosto de 2006


El siglo XX ha sido un siglo fértil en guerras, masacres y torturas, con dos guerras mundiales de efectos devastadores sobre la población civil que las sufrió. Bajo mi punto de vista, lo más característico de estos cien años fueron los asesinos colectivos, los verdugos que sometieron a la ciudadanía de sus respectivos países a la miseria, al hambre, al miedo y al terror durante décadas. Sí, sin duda, el siglo XX fue el siglo de los monstruos, también llamados dictadores.

Estos seres inmundos, perversos, que asolaron a la humanidad, fueron fruto de los tiempos en que vivieron. La vileza de sus crímenes puede entenderse en parte como una consecuencia de los cuatro años de carnicería de la I Guerra Mundial. Este período de tiempo provocó una ruina intelectual y emocional y propició que muchos perdieran las inhibiciones propias de la civilización.

Paradigmas de esta degeneración moral y ética son personajes, tan diferentes entre sí y enemigos, como iguales eran en el uso del terror y en su maestría en quitar vidas y humillar pueblos: Adolf Hitler y Joseph Stalin.

Nadie ha podido todavía explicar porqué una persona tan insignificante como Hitler pudo ejercer una influencia tan monstruosa sobre los alemanes. Representó el grado máximo de desintegración de la personalidad, condujo a su país y a Europa a la II Guerra Mundial. Anteriormente, había dado muerte de la forma más miserable y ruin que cabe imaginar a lo que los nazis llamaban “males alemanes”, refiriéndose a comunistas, socialdemócratas, socialistas, homosexuales y toda clase de personas que se opusieran de alguna manera a su régimen. Ya con la guerra perdida, decretó oralmente exterminio sistemático de los hebreos, pasiva y pormenorizadamente. Su locura y odio no tenían límites.

Si la figura de Hitler nos provoca escalofríos, la de Stalin podría helarnos la sangre. Su planificación a nivel estatal fue tan desastrosa que millones de personas perecieron de hambre. Preso de su paranoia, atribuyó los malos resultados a la acción de saboteadores; inició una búsqueda general de chivos expiatorios. Se calcula que entre ocho y diez millones de personas fueron víctimas del terror, pagando con sus vidas los delirios de un loco. Bajo su tiranía, Rusia pasó a ser un país esclavo contenido en una enorme malla tejida con campos de concentración, llamados “gulag”.

Y si estos hechos pasados nos resultan horripilantes, son capaces de erizarnos el vello y de hacernos sentir vergüenza por formar parte de una humanidad que llegó a tales extremos, no es menos cierto que en la actualidad dirigentes de países democráticos como Estados Unidos, con sus equivocaciones están creando nuevos monstruos capaces de bañarnos de nuevo a todos en sangre. De nada sirve la experiencia del pasado si vuelven a cometerse los mismos errores.

La decisión de intervenir en Irak como respuesta a los atentados del 11-S es una de las decisiones más nefastas tomada por dirigente alguno a la luz de la historia, máxime si proviene de un país democrático.

A las miles de víctimas civiles que nada tenían que ver con Sadam, se suman las vidas perdidas de los soldados estadounidenses. Bush ha convertido el país en un auténtico infierno. Si antes no había un solo atentado integrista, ni grupos como Al-Qaeda o Hizgolá poseían la más mínima estructura que hiciera de ellos eficaces, ahora nos encontramos a diario con atentados que se cobran miserablemente vidas de civiles.

Además, emerge una figura tan brutal y peligrosa como la de los dictadores mencionados anteriormente: el presidente de Irán Rasauyani. En su condición de primer ministro, mantiene sometida a la mitad de la población y la priva de cualquier tipo de derechos. Su delito: ser mujer. En las cárceles iraníes se torturan a hombres por otro terrible delito: ser homosexual. Este siniestro personaje, que ahora saca pecho y nos amenaza con sus investigaciones sobre la bomba atómica, se lo permite gracias a la torpeza del señor Bush y a su política disparatada y vehemente.

Si Rasauyani en la actualidad supone una amenaza, es debido al presidente de los Estados Unidos, quien en ningún momento supo valorar el calado de sus desdichadas acciones bélicas. Que en el pasado hubiera que padecer y temer a los dictadores y asesinos colectivos, propiciados por un determinado momento histórico es grave; pero que sea la pura estupidez de un dirigente en pleno siglo XXI la que haga materializar la figura de un iluminado que sueña con imponer un estado confesional a un nivel mundial, basándose en su interpretación personal del Corán y con, por si fuera poco, capacidad para fabricar bombas atómicas, se podría calificar de crimen contra la humanidad.